Hace unos seis años estaba tomando un café en un conocido establecimiento binefarense, cuando no pude por menos que oir de refilón una conversación


Hace unos seis años estaba tomando un café en un conocido establecimiento binefarense, cuando no pude por menos que oir de refilón una conversación (mejor diría yo monólogo) que mantenían un conocido dirigente político de la zona y un joven. Me llamarán chafardero pero se trataba de convencer apasionadamente al muchacho para que optara a la alcaldía de su pueblo. Hubo promesas de subvenciones, de ayudas. Y cien y una promesas más. Dicho joven acabó siendo candidato y logró la alcaldía. 

No había pasado ni una semana cuando la diosa fortuna me permitió observar una escena semejante, aunque en esta ocasión no aprecié los términos del monólogo, salvo retazos sueltos. Pero daba igual: se trataba de más de lo mismo. En esta ocasión (mismo dirigente, otro muchacho), también pocos meses después el interdicto obtendría ¿cómo premio? la alcaldía de su pueblo.  Recordando estos hechos indagué hace poco en los datos demográficos y socioeconómicos  de estos dos municipios y del resto de La Litera. Las cifras hablan alto y claro: retroceso en población, envejecimiento de la gente, emigración de la juventud, abandono en definitiva, del medio rural y la muerte lenta de nuestros pueblos. A cambio algunas ayudas de la Diputación (arreglo de alguna calle o acera, remodelación de algún edificio, algunas baldosas, un poco de cemento…)   

¿Y el dirigente político? Va subiendo y subiendo en el escalafón. Va medrando políticamente. En su partido y en las instituciones. Mientras tanto los pueblos de la comarca siguen muriendo lentamente a cambio de «simples platos de lentejas». Ni hay proyectos concretos de desarrollo, ni mejoría de las comunicaciones, ni promoción del turismo, ni ningún plan para revertir la huida del campo de los jóvenes. Los dirigentes políticos de los grandes partidos engañan a algunas personas para promocionarse a ellos mismos y a su grupo. Y todo a cambio de bisutería. 

¿No es el momento de desenmascarar estas prácticas? Duran ya demasiadas décadas. Es el momento de decir basta. Está en las manos de los ciudadanos de esta comarca revertir esta situación. De no dejarse comprar por un plato de lentejas. A cambio otros se llevan la gran comilona.   

La Litera existe.

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