. . . los académicos presentes asumían como un solo hombre que no hay «regalos» de verdad: escarba en cualquier acto humano y acabarás encontrando alguna estrategia egoísta, calculadora. Aún más curioso: asumían que esta estrategia egoísta era siempre, necesariamente, la verdad última del asunto; que de alguna manera era más real que cualquier otra motivación puesta en juego. Era como si ser científico, ser objetivo, consistiera en ser completamente cínico.
. . . Economistas y teólogos cristianos están de acuerdo en que si uno se complace en un acto de generosidad, este es menos generoso . . . Para contrarrestar esta lógica perversa, Mauss enfatizó el placer y la alegría de dar: en las sociedades tradicionales no se supone que haya ninguna contradicción entre lo que podríamos llamar el propio interés (expresión que, observó, no tiene traducción en la mayoría de los idiomas) y el interés por los demás. Lo propio del regalo tradicional es que aprovecha a ambos a la vez.
David Graeber: «Give It Away», en inTheseTimes.com; Chicago : In These Times, 21 agosto 2000 (extr. y trad. La Litera información)