El viernes al mediodía la página web del diario El Salto dejaba de funcionar. Según informaba nuestro proveedor de servicios, estábamos siendo objeto de un ataque de denegación de servicios (DDoS). Estos ataques se basan en saturar los servidores con peticiones dirigidas desde miles de direcciones IP. No suponen un peligro para los datos alojados en la web, pero impiden que los usuarios puedan acceder al contenido. Poco después, también caía la web de La Marea por el mismo ataque informático. Le seguían Arainfo y Kaos en la red, así como Nodo50, que provee de servicios a estas páginas. El ataque se suma al que el medio de comunicación La Última Hora sufre desde el 8 de noviembre.
Esta acción tiene consecuencias económicas sobre los medios afectados, pero en primer lugar debemos destacar las consecuencias políticas sobre el conjunto de la sociedad. El Salto y La Marea hemos sido retirados desde el viernes de la vida pública. Se han intervenido las vías de comunicación principales de estos y otros proyectos, retirando el acceso a información, propuestas editoriales, contenidos culturales y de divulgación, de nuestros más de tres millones de lectores y lectoras mensuales y de nuestros públicos potenciales.
Se han intervenido las vías de comunicación principales de nuestros proyectos, retirando el acceso a información, propuestas editoriales, contenidos culturales y de divulgación, de nuestros más de tres millones de lectores y lectoras mensuales
No es la primera vez
No es la primera vez que ocurre un hecho semejante —InfoLibre o El Confidencial han sufrido ofensivas similares— y no se han adoptado medidas para contrarrestar la aparente asequibilidad de retirar a la población el derecho a la libertad de prensa de manera arbitraria. Este acto y sus precedentes suponen un aviso muy serio de cara al futuro. No se debe perder de vista la posibilidad de que un ataque de estas características preceda a momentos de suspensión de otras libertades civiles. La historia nos ha enseñado que la información y la libertad son los principales antídotos contra los ataques a la democracia. En un contexto de auge de los discursos de odio es importante tener en cuenta que el mayor riesgo es que lo que hoy son discursos mañana pueden ser decisiones políticas: arrinconar a los que estorban, limitar así la libertad de expresión y anular las vías de comunicación de quienes estamos comprometidos con los derechos humanos y utilizamos nuestra profesión para informar sobre ellos y defenderlos.
Sabemos que no estamos solas ni solos, que nuestras comunidades nos están sosteniendo a pesar de que no estemos pudiendo prestar el servicio, la atención y el cuidado que dedicamos a nuestros reportajes, nuestras entrevistas y nuestras informaciones
Solidaridad
Miles de personas nos han mostrado su apoyo y solidaridad. Damos las gracias a las y los periodistas que han reaccionado en sus redes sociales y en los medios de comunicación en los que trabajan o que coordinan por difundir las circunstancias en las que estamos. A las decenas de trabajadoras de la informática que nos han ofrecido su ayuda, a quienes han aprovechado este momento para reconocer el periodismo que hacemos La Marea y El Salto. A quienes han decidido suscribirse para defendernos, a quienes han podido completar los formularios y especialmente a quienes lo han intentado a pesar de las caídas de nuestras páginas web.
Sabemos que no estamos solas ni solos, que nuestras comunidades nos están sosteniendo a pesar de que no estemos pudiendo prestar el servicio, la atención y el cuidado que dedicamos a nuestros reportajes, nuestras entrevistas y nuestras informaciones. No os vamos a engañar, está siendo muy duro. Nos gustaría estar en otra situación y no tener que redactar textos que hablen de nosotros para seguir haciendo aquello a lo que le dedicamos tanto amor, tantos recursos y tanto tiempo. Pronto lo estaremos haciendo con vuestra ayuda.
Os sentimos muy cerca y estamos mucho más unidas frente al odio.