Pilzán, Pilzà: la geología en lo más alto

Crónica desde el recuerdo sentimental y el asombro por la sabiduría
Ernesto Romeu Bailac

La mañana está lluviosa y parece algo triste cuando aparcamos el vehículo frente a la era de “Namora”, al pie del cerro de 905 metros de altitud sobre el que se asienta el pueblo de Pilzán. Sin embargo, pronto la situación se transforma en un ambiente de alegría, entusiasmo y camaradería: han llegado los componentes de la “Asociación de Amigos del Parque Geológico y Minero de La Litera y La Ribagorza”. La gente se arremolina alrededor de una persona sencilla, discreta, vital y llena de sabiduría que comienza sus explicaciones plenas de erudición, pero también plagadas de ironía y ocurrencias graciosas; se trata de Josep María Mata i Perelló, Doctor en Geología y catedrático de Cristalografía y mineralogía, impulsor de la Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio y Minero, entidad de la que fue primer Presidente y, en la actualidad es su Presidente honorífico. Autor de numerosas obras y actividades reconocidas, la UNESCO lo nombró asesor técnico para la defensa del “Cerro Rico de Potosí (Bolivia)”. Respecto a este nombramiento en la famosa mina me explica su actuación que, finalmente, tuvo una faceta más dedicada a la defensa del futuro de los mineros, que la relacionada con las cuestiones técnicas que interesaban a la UNESCO. En definitiva, Josep María, me parece un hombre muy sincero, un sabio lleno de humanismo.

A José María le acompaña, como el más fiel discípulo, el bueno de Sebastián Agudo Blanco, profesor de enseñanza permanente y alma mater, indispensable, del proyecto del Parque Geológico y Minero de La Litera. Pasan unos escasos minutos y a las nubes no les queda más remedio que dejar asomarse a un sol admirado por aquel ejército de soñadores armados con mapas, planos, diagramas… y muchas ganas de asaltar los conocimientos culturales que les esperan. Nos adentramos por el camino de Estaña y nos detenemos junto a un agujero que contiene un afloramiento de materiales y que tiene aspecto de haber sido un proyecto de mina. Yo conozco la historia que resultó un intento de estafa y un gran disgusto perpetrado a unos familiares míos, por parte de un desaprensivo que exageró la calidad de un yacimiento que, en realidad, era muy pobre en minerales nobles. Seguimos el recorrido y el profesor y Sebastián nos invitan a la observación de la estructura del Sistema Pirenaico, concretamente del Manto de las Sierras Marginales, ya que estamos en el anticlinal del enclavamiento de la Sierra de San Quilis, y que se formó por el empuje de los Montes Pirineos. En el recorrido se hacen patentes unos niveles carbonatados de piedras calcáreas de la época del cretácico (Época Maastrichtiense), o sea que podríamos encontrar huellas de dinosaurios…

Asombrado por la historia de millones de años y por la grandiosidad de la naturaleza que nos rodea, me doy cuenta de lo importante que es la geología y no puedo dejar de pensar en la erupción del volcán Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, y en las personas que están sufriendo las terribles consecuencias. Quizá ahora España aprenda lo importante que es la geología y pueda haber más estudiantes que se interesen por esta rama de la ciencia y la aplicación del conocimiento geológico, a la investigación y el diagnóstico de los peligros y riesgos por fenómenos naturales y los causados por el ser humano.

Por mi situación de incapacidad interina de mi pierna derecha llena de hierros, abandono a mis compañeros de aventura y desde las inmediaciones del “Mas de Guiral”, Imma la periodista e intrépida reportera directora de “La Litera Información”, me sube en coche por la serpenteante carreterita hasta lo alto del pueblo de Pilzán. Llegamos a la plaza y no he visto a nadie del pueblo. No puedo evitarlo, mis recuerdos juveniles y adolescentes se disparan. Esta tranquila soledad contrasta con mis años jóvenes y me parece ver en esa plaza un día de fiesta, a la yaya Concha y a mis tías Visita, Monserrat y Mercedes sentadas en el bordillo que a modo de asiento rodea la plaza. Mientras tanto, el yayo Pedro con la guitarra y el tío Enrique al acordeón, iniciaban el baile de salón con una especie de mazurca que comenzaba así: “Trunfa y seba y pimentó/ aisi toque, toque, Pedro de Manchó…” Esperaban para bailarunas alegres “chicotas”: Isabel, Lola, Vitorina, Consuelo, Rosalía, Amparo, Ramoneta, Irene, Nuri, Marina… y sus bailadores, los chicarrons: Adolfo, Miguel Ángel, Antonio, Pepito, Amado, Joaquín, Ricardo… y yo mismo.

Han pasado cerca de dos horas y van llegando a la plaza los amigos del Parque Geológico y Minero; han realizado, caminando, una ruta circular de 8 Km. hasta llegar aquí y en la subida han superado un desnivel de 192 metros positivos. Los hombres y mujeres, alrededor de 30, han subido por el camino de Caladrones y han pasado cerca de la fuente que abastece al pueblo. Cuando yo de chico pasaba los veranos en Pilzán, había que ir a buscar el agua con la burra provista de los sargadells, un armazón de mimbres entrelazados colocado sobre el animal, donde se instalaban 4 grandes cántaros para transportar el agua. Al lado de la fuente estaba situado el lavadero y recuerdo como se afanaban les dones restregando la ropamientras entonaban un canto popular de Pilzán: “¿Qué fas astí Pepa?/¿Qué fas astí tan…?/Rentam les faldilles, també el devantal, pa´aná buniqueta el día de Nadal”.

En la comitiva, la gente no parece cansada, más bien están felices y sonrientes. A Lucía mi hija y a su marido Jorge, les brillan los ojos, están entusiasmados con la experiencia. Conchita y Ángel mis primos hermanos que residen temporalmente en el pueblo, no caben en sí de gozo. Los primos Isabel Jesús y Isabelita habituales los fines de semana, no han podido llegar a tiempo; más tarde me llamarán lamentándolo mucho. El incansable profesor Mata, aprovecha para ilustrarnos sobre los materiales que forman el farallón que protege la plaza donde observamos afloramientos de materiales muy detríticos que, nos explica, pertenecen al mioceno, periodo que terminó hace cinco millones de años, una época donde aparecieron los primeros homínidos, pero que se hallan encima de materiales calcáreos del periodo Triásico, concretamente de la época del Muschelkalk, de unos 240 millones de años, que conforman la colina de Pilzán.

Situada al fondo de la plaza, pasamos a visitar la Iglesia Parroquial de San Miguel cuya antigüedad se sitúa al final del siglo XII o principio del XIII. Es de estilo lombardo, aunque en siglos posteriores el perfil del templo ha sido recrecido y modificado, rematado con una esbelta espadaña bífora en la cual siempre vi dos campanas, aunque en estos momentos sólo veo una. En mis tiempos de chaval, la parroquia ofrecía una misa todos los domingos. Desde Caladrones se desplazaba mosén Pamies para oficiarla y yo, que era monaguillo en la iglesia de San Pedro de Binéfar, ayudaba al buen cura que habitualmente no tenía ese apoyo pues la misa entonces era en latín. Me chocaban los sermones de mosén Pamies, inevitablemente siempre citaba como un ejemplo de cristiano ejemplar al Dr. Puigvert, amigo suyo y famoso urólogo catalán de fama mundial. Llegué a pensar que el sacerdote tenía más fe en aquel médico que en los santos y santas del santoral. Mientras tanto, nuestro catedrático sigue con su pedagogía, nos señala las hiladas de sillares de piedra caliza sobre los que se asienta la iglesia, colocados perfectamente a “huso” con una precisión milimétrica, además, en la parte baja, se encuentran sedimentos carbonatados de edad triásica y, en una segunda fase se emplearon materiales cerámicos (ladrillos).

Nos desplazamos a la parte más alta del poblado; allí se encontraba el castillo que defendía la plaza-fortaleza de Pilzán. Ahora solo queda en pie una parte de la torre cilíndrica, dominando un enorme talud natural, aun parece querer resguardar, de un enemigo invisible, a la chen de Pilzà. Desde ese extraordinario mirador observamos el Portell de Monsec y el Pas de Mon Rebei por donde transcurre el río Noguera Ribagorzana. En las dos vertientes se hacen evidentes los rellenos carbonatados del Cretácico Superior. La vista es espectacular, Sebastián nos comunica que este lugar es un excelente mirador del futuro Parque Geológico y Minero y nos invita a disfrutar de los lugares más septentrionales situados al norte: Podemos ver el valle del río Cagigar con el congosto y también las poblaciones de Benabarre, Tolva, Ciscar, Entensa, Caladrones… Por desgracia hoy el horizonte esta neblinoso y no es posible ver el Turbón, Monte Perdido, Cotiella, Aneto, Maladeta…

Son las 2 de la tarde y han pasado 5 horas sin darnos cuenta, embriagados por el torrente cultural que nos ha sumergido en las profundidades y misterios que ahora nos han explicado, con una sencilla claridad, nuestros eruditos y buenos amigos. Hoy hemos aprendido a mirar de cerca y mirar de lejos como una de las mejores formas de progresar. Enmarcado dentro de la estructura del CELLIT, pienso que los objetivos del parque dirigidos a una cultura con mayúsculas, que sirva para aprovechar el patrimonio geológico y minero de la Comarca, deben contar con el apoyo decidido de todos los municipios literanos y de la propia Comarca de La Litera /La Llitera.

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