En abril de 2016, un pirata informático . . . denunciaba . . . haber pasado ocho años alterando campañas electorales en América Latina. Sus tácticas incluían el envío masivo de mensajes a las redes sociales. En al menos 40 países se han observado ya prácticas de este tipo, basadas en robots, pero la capacidad de manipulación de la “política automatizada” se basa sobre todo en la sofisticación de la propaganda humana con que se suele completar . . . Por ejemplo, pueden alterarse levemente los mensajes para evitar los filtros antispam. Y hay campañas en las que se contrata a blogueros o tuiteros habilidosos que operan con normalidad . . . hasta que reciben la indicación de tratar determinado asunto . . .
Las campañas pseudoespontáneas proliferan. En ellas el mensaje está muy dirigido pero parece haberse originado en individuos de la comunidad sin intereses creados ni relación concreta con ninguna organización. Los anglosajones denominan a esta práctica Astroturfing . . .
¿Cómo afectan estas campañas políticas al comportamiento electoral? ¿Funciona la manipulación? ¿Cuál es su verdadero impacto? “Lo más escalofriante es cuando hablas con tus amigos y están repitiendo las mismas cosas que viste en tu argumentario, y te das cuenta de que todo eso está teniendo un efecto”, explicaba una trol rusa arrepentida . . .
Myriam Redondo: «Política automatizada» (ACOP Papers, núm. 5); Madrid : ACOP Asociación de Comunicación Política, 3r trimestre 2016 (extr. La Litera información)