Cuando los carteles son insuficientes

 

Texto: Eva San Martín Tarragó

Imagen: Ricardo Ariño

 

Hemos comenzado el verano en plena ola de calor y muchos literanos y literanas aprovechamos para irnos a refrescarnos en cuanto tenemos un hueco en nuestro ocupado tiempo. Buscamos un sitio con agua, que nos recuerde aunque sea de forma remota a la playa, o un sitio donde darnos un chapuzón de una forma más libre que estando en una piscina pública, a la vez que mantenemos el contacto con la naturaleza.

Hay un pequeño rincón en las orillas del embalse de Joaquín Costa, o Barasona, al que se accede por la carretera que va de Benabarre a Graus cogiendo el desvío hacia Aguinaliu. Seguimos esa carretera hasta que giramos a la derecha antes de cruzar un puente que está sobre el extremo del pantano. Y así llegamos a nuestro pinar escondido. Pero al llegar nos damos cuenta que no somos los únicos que buscamos ese rincón para poder estar en contacto con la naturaleza y refrescarnos del calor porque casi todo el que ha estado ahí ha dejado una prueba de su estancia. Y estas pruebas no dejan en muy buen lugar a las personas que han estado anteriormente en este pinar: latas, bolsas de basura llenas o vacías, pañales,…. y hasta un sofá.

 

Hay dos carteles que advierten de la prohibición de verter basura. Uno es un folio impreso plastificado titulado “Buenas prácticas ambientales” pero que curiosamente está pegado en un pino con un celo que da vueltas y vueltas alrededor del tronco, lo cual no parece muy respetuoso con la naturaleza. En este cartel hay una frase que es “Si ves algún desperdicio, aunque no sea tuyo, recógelo para depositarlo en el contenedor más cercano”. Y desde luego, algunos de los que van allí han asimilado muy bien el mensaje porque dejan su basura para el próximo que llegue.

   

El otro cartel es una estructura metálica donde hay varias indicaciones sobre lo que no se puede hacer en ese lugar y las sanciones por no respetar estas prohibiciones. Alrededor de este cartel está todo lleno de basura. Tampoco parece muy efectivo.

Aunque a muchas personas les falta mucha educación sobre respeto a la naturaleza y al medio ambiente, la Administración también es responsable de dar soluciones y no solo advertir de las prohibiciones y las sanciones. Quizás esa solución, como nos sugiere algún lector, pasaría por poner un contenedor donde la gente pueda tirar su basura.

 

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