Deconstruir para luchar contra el racismo

Deconstruir para luchar contra el racismo

Quizá una de las mayores suertes que tengo es la de haber crecido en dualidad, la misma que me confunde porque al final del día no dejo de preguntarme quién o de dónde soy. Lo que sí que tengo claro es que mi color de piel no tiene ni va a determinar mi valor como persona, otra cosa es que el entorno lo tenga claro.

Muchas personas racializadas viven esto mismo: crecer en un sitio y, por el motivo que sea, emigrar al otro provocando un choque – no solo cultural- enorme. Aunque tu no lo quieras, esto determina fuertemente tu vida y la forma en la que socializas y socializan contigo. Ojo, esto también pasa aunque no haya habido ese proceso migratorio. Te das cuenta de que tu te ves como el resto de personas, pero que esto no es recíproco. Podría hablar aquí de casos de gente más o menos cercana, que incluso a día de hoy, tiene que seguir pasando por la pregunta de “¿tú eres de aquí?”. Con el tiempo, y una vez han pasado los hechos, eres consciente de que muchas cosas que te han pasado o se te han dicho, probablemente vengan de los problemas que esa dualidad te presenta: en tu educación, en tus relaciones, incluso en tu trabajo. De hecho, te das cuenta de que siempre tienes que estar demostrando tu valía, y que tu esfuerzo y trabajo son tan lícitos como el del resto de personas que te rodean, las cuales – probablemente- no tengan la misma condición que tu.

Pienso que este es el momento adecuado para reflexionar y dudar de todo aquello que no hemos dudado hasta el momento, incluso pienso que es el momento de tener curiosidad y ganas de aprender como un tema tan presente como puede ser el racial. Por eso, y a raíz de los hechos acontecidos en Estados Unidos, pretendo abrir la curiosidad de aquellas personas dispuestas a ello.

Venimos reivindicando desde hace mucho tiempo que no podemos comparar la situación de las personas en Estados Unidos con la de quienes vivimos aquí en Europa. Esto no quiere decir que en Europa las personas racializadas no suframos discriminación. La brutalidad policial que se muestra en Estados Unidos no es algo que suceda puntualmente, es una realidad a la que millones de personas se ven sometidas diariamente, quizá no con medidas tan agresivas, pero sí en una discriminación cada vez más camuflada. El problema surge cuando, desde otros lugares del mundo, vemos que hay un conflicto sistemático y de raíz pero somos incapaces de verlo en nuestro día a día, y actuar. Como he dicho, puede que los actos no sean los mismos, pero desde luego se dan. El simple hecho de sujetarte más fuerte el bolso cuando según qué persona pasa, es racismo; el seguir a según qué personas cuando entran en tu tienda, es racismo, y desde luego, determinar el valor de las personas, en función de su lugar de origen o su raza, es racismo.Y así, un sinfín de cosas que probablemente todas hayamos hecho o pensado.

Muchas veces la gente me dice que no siente que aquí haya racismo, o que no hay tanto racismo como pensamos. Llega un punto que esto ni me sorprende porque pienso que es un tema que no se trata lo suficiente, no es un tema que se trate en la educación. Lo único que me deja ver esto es que, al igual que sucede con muchas otras causas, no conocemos (o no queremos conocer) qué es el racismo, más aún, no queremos reconocer de qué formas somos racistas.

Hablar de este tipo de cuestiones suelen incomodar; yo no me sentí plenamente cómoda para hablar de esta situación hasta que no llegué a la universidad. Por un lado, porque no sabes con quién puedes hacerlo, y por otro, porque sabes que posiblemente, la gente con la que lo trates no entienda tu posición o lo que sientes. Siento que aquí ambas partes tenemos que hacer un esfuerzo, tanto para expresarnos como para saber ponernos en la piel del otro.

El asesinato de George Floyd ha sido la gota que colma el vaso pero a su vez, es la punta del iceberg que esconde una situación arrastrada durante décadas, que discrimina a las personas negras (a todas aquellas que no sean blancas realmente). La respuesta internacional que ha tenido, debo de reconocer que me ha sorprendido, pero las acciones no se deben quedar en eso. Primero veo necesario ser conscientes de que donde vivimos también hay desigualdad y exclusión, y segundo actuar para acabar con ello. De forma paralela, creo que es importantísimo hacer un ejercicio de deconstrucción y ver en qué aspectos podemos ser parte de este problema.

Este es el momento perfecto para cuestionar, para desaprender y luego aprender, para darnos cuenta de las formas en las que podemos ser mejores, y desde luego, respetar. Antes de un acto tan extremadamente violento y racista, han sucedido situaciones que legitiman el propio racismo.

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