Texto e Imágenes: Jaume Garcia Castro
San Esteban de Litera, 3 de mayo de 2014.- Hace una tarde espléndida. El sol calienta, pero no tanto como para hacer del paseo un ejercicio insoportable. A las 17:30h. unas 160 personas inician desde la Plaza España de San Esteban la tradicional caminata que organiza el AMPA del Colegio Público de la población. Hay personas de todas las edades y condiciones físicas, desde niños y niñas pequeños hasta abuelos y abuelas de edades avanzadas. La mayoría hacemos el camino a pie, en compañía, disfrutando del paisaje.
Tras atravesar la A-133, el camino hace una pequeña bajada y, nada más pasar al lado de una granja de cerdos, encontramos el primer repechón. La cuesta, a esas horas de la tarde, con la digestión a medio hacer y sin haber disfrutado de la tan tradicional siesta, se hace muy cuesta arriba, y nunca mejor dicho. Luego llega un tramo de medio Kilómetro llano, otra pequeña cuesta más llevadera y el resto del camino es una cuesta abajo en dirección al río Sosa. Este agradable paseo, de unos tres Kilómetros, desemboca en un recodo del recién nacido Sosa, apenas un hilillo de agua en ese tramo. Algunos de los vecinos de San Esteban recuerdan que años atrás, en ese mismo espacio, cuando se acercaba el verano, algunos granjeros utilizaban la maquinaria a su disposición para fabricar una pequeña balsa. En verano, pequeños y grandes se acercaban hasta allí para refrescarse en las aguas del río, que en aquella época bajaba con más caudal. Desde que ya no hay ganado paciendo a sus anchas por esos campos, el crecimiento de la vegetación ha hecho mermar el flujo de agua hacia el curso del río. Son los resultados de los cambios experimentados en la explotación ganadera, que poco a poco van afectando a la vida y al paisaje del entorno.
El final del recorrido es un pequeño y sencillo parque que se construyó años atrás gracias a un acuerdo entre el Ayuntamiento de San Esteban de Litera y la Confederación Hidrográfica del Ebro. Unas mesas, una zona vallada, un columpio y ya tenemos un perfecto espacio para juegos donde pasar unas horas en familia y disfrutar de la naturaleza. 160 personas son muchas, pero el espacio las alberga sin problemas. Algunas madres pertenecientes al AMPA empiezan a llenar vasos de bebida: Cola, naranjada, limonada, vino o agua. La bebida se agradece tras la caminata, y el bocadillo de jamón que reparten junto a la bebida, también. Son las seis y media y tras el esfuerzo realizado, el bocadillo y el refresco sientan de maravilla.
Mientras le damos a la mandíbula, los niños y niñas remojan sus pies en el río, se echan agua los unos a los otros, corren como si les fuera la vida en ello y ponen a prueba la paciencia de sus progenitores. Se producen reencuentros inesperados entre personas que hacía tiempo que no coincidían, otros se conocen por primera vez y otros aprovechan para hacer negocios, es lo que suele pasar en las fiestas populares, que uno nunca sabe qué o a quién se va a encontrar. Y en esta dulce placidez de una tarde de sábado va pasando el tiempo.
Llega la hora de volver a casa pero antes de ello se hace una fotografía de grupo. Es un recuerdo gráfico de esta tarde, una imagen que reúne a los asistentes de este año, casi cuarenta personas más que el año anterior. Tras la fotografía, los grupos de amigos o familiares inician el camino a casa. Lentamente los grupos inician el camino de regreso y la agradable bajada de la ida se acaba de convertir en un rompe piernas de vuelta a casa. Los que han ido a pie no tienen ninguna prisa en volver, los que han ido en bicicleta se esfuerzan en volver rápidamente porque la cuesta es un esfuerzo tremendo y los que han ido en coche se sienten afortunados y avanzan lentamente, intentando evitar levantar polvo. El sol se acerca cada vez más a la línea del horizonte.