(Puedes leer primero la presentación de la serie «Crónicas del colapso»)
Juan recordaba sobre la silla de mimbre de la cocina aquellas botellas de su niñez, bolsas, ropa sintética, la electricidad de las casas, móviles, televisión y todas esas cosas que ya hacia unos cuantos años habían desaparecido pero que habían formado parte de su vida.
Entre tanto llega su nieta Elena, y tienen una conversación que a ambos les cambiará la vida:
-Abuelo, ¿qué piensas?.
-En una vida pasada que no volverá. Verás pequeña, el mundo que conoces no siempre ha sido así, normalmente se ha avanzando en las economías y en el estilo de vida, pero desde hace algunos años solo hemos retrocedido.
-Abuelo, pero… ¿en qué ha cambiado?.
-Mira, voy a ponerte un ejemplo: ¿de que es el jersey que llevas?.
-De lana.
-Debo decirte que antiguamente la mayoría de jerséis no eran de lana, lo que llamamos fibra natural, sino de fibras sintéticas, y te estarás preguntando que son esas palabrejas, ¿no es así?
-Sí abuelito.
-Bien, las fibras sintéticas eran fibras textiles provenientes del petróleo, formadas por moléculas muy pequeñitas, llamadas polímeros, que se forman por la unión de otras unidades mas simples, los monómeros.
-Pffff, estás diciendo muchas palabras raras que no entiendo.
-Tienes razón pequeña, a veces a este viejo se le olvida que está hablando con una preciosa niña de 10 años. Veamos, ¿puedes nombrarme tus juguetes?.
-Claro que si abuelito. Tengo mi patinete de madera, las canicas, la comba y por supuesto mi muñeca preferida, Barbie Porcelain. Y tú, abuelo ¿con que te entretenías?.
-A eso iba, mi niñez y la tuya son muy distintas. No me refiero a que la tuya sea peor, posiblemente los niños hoy en día sois mucho mas felices, más sanos, con menos cosas y con menos variedad alimenticia de la que teníamos nosotros. Cuando yo tenía tu edad mis padres me regalaron la primera Nintendo, posteriormente llegó el i-phone X… Unos aparatos de plástico, es decir, petróleo que servían para distraer a los niños y los mas jóvenes con juegos virtuales y aplicaciones de mensajería, para volverlos unos adictos y limitar sus vidas a dichos aparatos. Por eso hay ahora tantos mayores con dolencias y enfermedades provenientes de aquellos aparatos del demonio, como fobias y tendinitis crónica.
-¡¡Abuelo!!, espera un momento. ¿No te has dado cuenta que hablas todo el rato del pretóleo ése y no sé de qué me estás hablando?.
-Es pe-tró-leo. Era un líquido aceitoso y negro de origen natural, formado hace millones de años por la descomposición de organismos marinos, otros animales y plantas a través de procesos muy complicados.
-Y, abuelo, ¿por qué antes has dicho que crecemos más sanos y no tenemos variedad de alimentos?.
-Verás, antiguamente teníamos más variedad alimenticia debido al transporte aéreo y marítimo. Actualmente estos transportes se han visto reducidos por la falta de combustible y las personas tienen que conformarse con la comida que se cultiva en la zona donde viven.
-Vaya, abuelo. Sí que ha cambiado todo.
-Sí. Éramos un puñado de energúmenos sin visión de futuro y ni pensamos en las generaciones posteriores ni en vuestro bienestar. Es que cada vez que hecho la vista atrás me pongo enfermo, pensando que podíamos haber puesto freno o por lo menos haber sido más previsores.
-Pero abuelo, soy muy feliz, no me hacen falta todas esas cosas. Quizás tengas razón y hubo una crisis a nivel mundial y, si os hubierais dado cuenta de que la producción del petróleo iba cuesta abajo y sin frenos, a lo mejor sería diferente pero ¿sabes? yo creo que le habéis hecho un favor al planeta y yo soy feliz así.
La niña besó al abuelo, cogió una manzana y salio a jugar, mientras Juan se enternecía con la ingenuidad de su nieta. No era consciente de lo que el fin del oro negro había conllevado: el retroceso tecnológico, el fin del comercio, el estancamiento de muchas investigaciones contra enfermedades, también la biotecnología… el mundo se había detenido.
Juan, totalmente sumergido en pensamientos de este estilo y casi sin darse cuenta que empezaban a ser cada vez más profundos, cayó en un penetrante sueño.
Ti tu ti, ti tu ti, ti tu ti… era la alarma de su nuevo i-phone X recién salido del mercado y, casi al unísono por el hueco de la escalera se oía la voz de su madre gritando a pleno pulmón:
-¡¡¡¡Juan!!!!,¡baja a desayunar llegas tarde al instituto!.
Juan, atónito por el sueño que acababa de tener, se fue con un pensamiento al instituto y también con una meta de vida: “puede que yo solo no cambie el mundo, pero tengan por seguro que mi granito de arena ya está puesto”.
-Simplemente comunicarlo, explicarlo. Os tendría que dar más miedo lo que puede pasar si no lo decís, ya veis lo que está pasando -añadí intentando convencerle.
Sorprendentemente lo conseguimos y a los días todo volvió a la normalidad, bueno, no del todo ya que la gente comenzó a pasarse a las energías renovables, por lo visto valió la pena el experimento del padre de Víctor, y podríamos decir que nosotros contribuimos, aunque la gente no nos crea.