El día 4 de este mes de octubre se cumple un siglo de un hecho que tuvo lugar en Binéfar y que provocó que la villa se convirtiera en noticia a nivel nacional. El suceso no fue otro que un motín, ejecutado con inteligencia y de forma peculiar, en protesta por la mala administración municipal y que hasta ahora permanecía inédito.

El día 4 de este mes de octubre se cumple un siglo de un hecho que tuvo lugar en Binéfar y que provocó que la villa se convirtiera en noticia a nivel nacional. El suceso no fue otro que un motín, ejecutado con inteligencia y de forma peculiar, en protesta por la mala administración municipal y que hasta ahora permanecía inédito.

Como es bien sabido, el impacto del regadío consecuencia de la construcción del Canal de Aragón y Cataluña y la existencia de una estación de ferrocarril, provocaron un rápido e importante desarrollo en la villa, que se encontraba en 1916 en plena ebullición. A nivel político, su situación no difería de la del resto de poblaciones de la provincia, en la que estaba instalado un tipo de cacicato estable de signo liberal en el que la figura de Manuel Camo, jefe provincial del Partido Liberal, ejerció el control sobre los organismos locales y provinciales, estando los ayuntamientos y la Diputación Provincial de Huesca en manos de sus amigos. Manuel Camo murió en 1911, siendo sustituido por Miguel Moya, que mantuvo las directrices de su antecesor.

suelto en el ABC, Madrid, 7 de octubre de 1916 (Hemeroteca del ABC)En Binéfar había un importante grupo de liberales seguidores de la figura de Camo que se mantuvieron en el poder de forma ininterrumpida desde 1904 hasta 1917, y aunque estuvieron presentes en la práctica totalidad de los gobiernos municipales, se fueron turnando en la alcaldía, que algunos de ellos ostentaron en varias ocasiones. Alcaldes de este período fueron Francisco Montanuy (jefe local del partido), Domingo Murillo, Vicente Dotú, José Gías y Mariano Ibarz.

Como consecuencia de este largo período en el poder y del total respaldo de las autoridades provinciales, la gestión municipal acumulaba irregularidades. El patrimonio municipal, vendido o cedido en permuta, desaparecía sin que el pueblo percibiera ningún beneficio de ello, se gastaba por encima de las posibilidades, se sospechaba de la ausencia de los obligatorios libros de actas y cuentas, y los plenos se convocaban a capricho del alcalde.

Tampoco los impuestos se cobraban de forma reglamentaria. Binéfar se había acogido a la Ley Sustitutiva del Impuesto de los Consumos, lo cual implicaba la creación de una serie de tributos específicos. Como solamente se había implantado el de las carnes, su financiación dependía fundamentalmente del reparto vecinal. Este se llevaba a cabo gracias a la Junta Municipal de Asociados, formada por el alcalde, los concejales y una serie de contribuyentes elegidos por sorteo, que determinaban la cantidad a recaudar y los vecinos a los que afectaba el impuesto. Sin embargo, en 1915 este reparto fue confeccionado por el alcalde Dotú y el secretario, sin intervención de la Junta.

Las elecciones anteriores al motín tuvieron lugar el 14 de noviembre de 1915 y la composición del Ayuntamiento volvió a contar con mayoría liberal, de forma que de los nueve miembros que lo componían, siete pertenecían a ese partido. La oposición la formaban José Ibarz Ibieca y Ramón Torres Zarroca, y aunque todo hace indicar que pertenecían a la candidatura presentada por el Centro Obrero, en realidad representaban a un amplio sector de la sociedad binefarense. De entre ellos, fue elegido alcalde Domingo Murillo, labrador, militar retirado y liberal a ultranza, que ya había ostentado la alcaldía anteriormente.

Los disgustos comenzaron pronto y así, en febrero de 1916, se recibió una notificación de Hacienda que reclamaba al Consistorio una importante cantidad de dinero procedente de la deuda contraída en los últimos cinco años. Los dos concejales de la oposición solicitaron al alcalde las cuentas de los últimos años y como este se las negó, fueron a Huesca para conocer la auténtica realidad financiera de la villa. Allí confirmaron que la situación era incluso peor, ya que afectaba a diversos conceptos y se extendía en el tiempo hasta 1909. Las sospechas de malversación provocaron un lógico enfado y se apresuraron a exigir en pleno (en el que según testimonios se llegó incluso a las manos), que constara en acta su falta de responsabilidad en los hechos. No se limitaron únicamente a eso, sino que denunciaron al alcalde Murillo ante la Delegación de Hacienda por mala administración municipal y enviaron sendos telegramas al Gobernador Civil y al Ministro de la Gobernación exponiendo la situación.

Pasaron unos meses tensos de pocos plenos y abierta hostilidad entre mayoría y oposición, hasta que en agosto llegó el momento de cobrar los impuestos del ejercicio 1916 y Domingo Murillo procedió a hacerlo tal como lo había hecho su antecesor el año anterior. Esta vez los binefarenses no iban a consentirlo y la denuncia fue ante el Juzgado de Instrucción de Tamarite, enviándose de nuevo telegramas al Gobernador y al Ministerio de la Gobernación. Se personó en la villa un oficial de Hacienda al que se le informó de que el reparto no podía realizarse porque el secretario había estado enfermo durante todo el año, algo que José Ibarz se negó a firmar a pesar de las presiones, por lo cual el oficial tuvo que permanecer en Binéfar para intentar llevar a cabo un reparto legal.

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