Salimos de noche a San Esteban de Litera . Aquí os dejamos las fotos más trepidantes.
Estuvimos en las carrozas y en el toro de fuego.
El viernes San Esteban estaba a rebosar de gente, imposible aparcar. Las calles que confluyen en la plaza eran un hervidero de gentes del pueblo y de los alrededores. En la la plaza todo estaba preparado para que comenzara el espectáculo que inauguraba las fiestas.
La batucada de Tamarite, casi todo mujeres, marcaba el ritmo de lo que sucedería despues. En las carrozas de las diferentes asociaciones pudimos ver: un tanque, gallinas, luchadores de sumo, charangas, cabezudos, hawaianos, olimpicos de secano, futboleros, enanos, cabras, paracaidistas y a su majestad.
Como cada año, la gente se preguntaba qué animaladas farian los del «Ciringall» y con razón. Ver aparecer un dumper-tanque con un cañon fabricado con un tubo de estufa y disparando carburo, seguido de una mini legión de «ciringalleros» marcando el paso a las órdenes de un «mando» bastante peculiar, desfilando hasta la plaza donde recibieron al «rey» que estuvo presente en la maniobra paracaidista, paraguas incluido, y ver desfilar una cabra mascota de «la legión», para acabar sacando a hombros al «jefe de los ejércitos»… no tiene precio.
El sábado volvimos a San Esteban para darnos un baño de fuego. Fernando Sabés, alcalde de la villa, y el toro nos reciben en los toriles situados en los bajos del ayuntamiento. En la plaza unos pocos atrevidos esperaban que empezara el espectáculo. Subimos a un banco, buscando la mejor posición para sacar fotos, y aparece el toro, directo hacia nuestra posición; adrenalina pura corriendo por la plaza. Muchos mirando y unos cuantos agerridos allí dándolo todo. Quince minutos de fuego cada noche de fiesta son lo mejor para descargar la tensión acumulada durante todo un año.
Risas, buen rollo y una gente estupenda los de San Esteban.
