Entrevista a Antón Castro (1ª parte): «Hemos sucumbido a la popularidad y a la masificación de la cultura»

Antón Castro es un periodista que escribe teatro, un dramaturgo que escribe novelas y un novelista que escribe artículos. Nació en Arteixo hace cincuenta y cuatro años pero vive en Zaragoza desde hace treinta y cinco. Su vida es cultura y la cultura es su vida, que aunque parezca la misma frase, no significa lo mismo. Ayer estuvo en la Biblioteca de Monzón en una tertulia que ha de servir de aperitivo para la XIX edición de la Feria del Libro Aragonés. Hace poco más de un mes recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural por su aportación a la cultura desde el suplemento del Heraldo de Aragón, desde las redes sociales y su blog http://antoncastro.blogia.com/

Hora y media antes de esa tertulia nos atendió amablemente en el restaurante del Hotel Más Monzón. Allí estaba con su buen amigo José Antonio Adell, quien se mantuvo como atento espectador en esta charla.

Jaume Garcia: ¿Hablar sobre cultura en España es llorar?

Antón Castro: Bueno, hombre, no estamos viviendo en el mejor de los momentos, evidentemente. Hemos pasado de ese momento maravilloso que fue la Transición en la que la cultura era fundamental en nuestra vida a vivir en un momento absolutamente crítico en el que medidas como el famoso 21% de IVA no han favorecido nada. Pero a pesar de todo yo creo que este es un país que no se entiende sin la pasión por la cultura, sin la pasión por los creadores, sin la pasión por las letras, sin la pasión por el cine. Digan lo que digan, esté más o menos de moda, le dediquemos más o menos páginas, hablemos más o menos de ella, pero España es un país eminentemente cultural y es un país que sin su cultura, sin su tradición, sin su arte, no tendría demasiado sentido. Creo que hay que reivindicar más que nunca las industrias culturales, pero también te digo una cosa: cuando uno insiste, insiste, insiste, insiste tanto en una misma cosa, a veces la gente tiende a agobiarse y a cansarse. Seguramente, lo mejor como estrategia es, no la indiferencia, sino el trabajo de fondo sin mirar demasiado la rentabilidad inmediata.

Te pongo un ejemplo: Cuando yo era pequeño, en Galicia, todos los niños hablábamos gallego. En aquel momento el gallego no estaba oficializado. Yo aprendí a leer en gallego leyendo por mi cuenta a los autores gallegos por pasión y por pulsión. Desde que las lenguas se han oficializado, desde que las lenguas se han impuesto, desde que las lenguas se han convertido casi en lenguas de poder, ¿sabes qué es lo que ha pasado? Que los niños ahora no hablan gallego. Te digo esto como estrategia, pero creo que la cultura es fundamental, que, pase lo que pase, no se puede vivir sin cultura. La cultura nos sirve para amar, nos sirve para conversar, nos sirve para pasear, nos sirve para ver cine de otra manera, nos sirve para leer periódicos de otra manera, nos sirve para ver la televisión… Sin cultura no se puede vivir. Un país sin cultura es un país condenado a la absoluta decadencia y a la absoluta crisis.

Jaume: Pero da la impresión que en España la cultura es vertical y no transversal como en Francia…

Antón: ¿Tú has visto lo que ha pasado en España? ¿La implicación que han tenido las instituciones, los gobiernos, las comarcas…? Lo que hemos hecho en España… Piensa en la España de los años 70, en la de los años 60… Había cosas, pero no se puede ni comparar con la cantidad de cosas que hemos hecho. Lo que ocurre es que nos hemos hartado, hemos convertido el modelo, hemos sucumbido a la popularidad y a la masificación de la cultura. Nos han importado más las cifras que la penetración de la cultura, pero lo que se ha hecho en este país es impresionante. Tú miras los centros culturales, las casas de cultura que se han construido y los que se han restaurado. Lo que se ha hecho aquí desde la Transición es increíble. Lo que creo es que ha pasado en general como con la política, que nos hemos desencantado. Hemos dejado que la falta de respeto por lo público sea enorme, hemos dejado que la corrupción, no la gran corrupción caso Bárcenas sino las pequeñas corruptelas, se hayan metido en la vida cotidiana. Hemos perdido el respeto al dinero público, hemos perdido el respeto a lo que es de todos. Eso sí que acaba empobreciendo al país. Este país está en estos momentos en crisis de todo tipo y es un país que se tiene que reinventar. Pero no es porque haya habido una cultura en vertical, yo creo que ha habido transversalidad, seguramente más que nunca, pero seguramente se ha acabado con las pequeñas porciones de cultura privada, que es fundamental.

Jaume: Es que uno tiene la impresión de que en España no hay la intelectualidad que hay en otros países y eso quizás nos hace falta: un tejido de personas cultas que sean la antorcha…

Antón: Pero entonces me estás hablando del poder vertical. Por ponerte un ejemplo, dime un pensador francés que te parezca más importante como activista cultural que Fernando Savater en España, por ejemplo…

Jaume: Guy Debord.

Antón: Vale… De acuerdo… Pero ¿cuántas personas conocen en España a Guy Debord? En España se han publicado sus libros en Anagrama, en un montón de sitios, pero es un personaje que no tiene nada que ver. Es un faro minoritario, más minoritario que Fernando Savater. A Savater lo hemos seguido, lo hemos leído en El País, pero Guy Debord es un personaje… en fin, que me parece bien, pero es un personaje con el que te has ido por elevación, es como si me hubieras dicho Emil Cioran frente a Ortega y Gasset.

Yo creo que lo que ha pasado es que nos hemos equivocado demasiado con el modelo. Mira, una cosa tan curiosa como es el fútbol, que en realidad es una tontada, pero el fútbol es un estado de ánimo general. Ahora es más importante el dinero que puede dar el fútbol que la fascinación que puede generar el futbol. Entonces te encuentras con casos como que ayer mismo (refiriéndose al lunes) terminaba la jornada y hoy martes empieza la siguiente. Ya no sabemos en qué jornada estamos. Nos están dando el hartazgo que no tiene nada que ver con los plazos naturales que tiene la vida y al final estamos saturados de todo y no sabemos con qué quedarnos. Yo que he sido futbolista, que he seguido el fútbol, que me encantan los equipos, ahora no sé ni cómo está la liga. ¡Me aburre! ¿Por qué? Porque han acabado con eso, con los plazos naturales que era ir el sábado o el domingo al campo. Al final nadie va a ir al campo, va a ser un fútbol de laboratorio que no tiene ningún sentido. Y eso es como esa mancha de aceite que está acabando con todo, con esta sociedad civil, con los sueños de la gente, con la necesidad de transformación. ¿Por qué? Pues porque lo que importa aquí es la tiranía de unos pocos frente a una vida más sensata. Y eso también pasa en la cultura, claro.

Creo que en la cultura ha habido unos procesos democráticos impresionantes, impresionantes. Esa transversalidad que tú no ves ha sido tremenda. Lo que se ha hecho en España por la cultura… Se ha creado un tejido cultural, que a lo mejor luego no ha funcionado como se quería pero se han hecho muchísimas cosas. Ha sido increíble. Empiezas a mirar festivales de cine. Los festivales de cine no son solo San Sebastián, Valladolid o Málaga, sino que festivales de cine son también Fuentes de Ebro, La Almunia de Doña Godina, Uncastillo… Eso es muy importante porque crea imaginario colectivo. La Feria del Libro de Monzón ha creado un imaginario en torno a la cultura, en torno al libro, en torno a los escritores, a la edición, en torno al mundo de la biblioteca, impresionante, lo que pasa es que no nos damos cuenta, nos parece que esta especie de tiranía del capitalismo, de la prisa, de la sobreinformación, de las nuevas tecnologías, se lo lleva todo, pero hay cosas que no se puede llevar. No se puede llevar ese imaginario que es muy poderoso. ¿Que a lo mejor ese imaginario puede desaparecer? No lo sé, pero la gente que ha estado siempre lo tendrá como un faro. Se han hecho muchísimas cosas, lo que pasa es que estamos en un momento de catarsis.

Antón Castro habla muy rápido y enlaza un concepto tras otro, un ejemplo tras otro. En ese momento hace un alto en su interesante discurso para beber un trago de agua. Es el momento en que nosotros también hacemos una pausa en la entrevista. Mañana publicaremos la segunda parte, tan o más interesante que esta primera, si cabe.

(Continúa con la segunda parte de esta entrevista..).

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