La cuarta vez…
Fue el 3 de abril de 1994, cuando los 091 volvieron a la Llitera como plato fuerte de la fiesta de Quintos de Binéfar. Los grupos locales Proscritos y Némesis completaban el programa. La entrada costaba 1.500 pesetas (9€ para los nacidos después de Google). Esta vez los 091 venían a defender su obra total: “Tormentas imaginarias”, un impresionante catálogo de poesía eléctrica, una receta para resistir el final del milenio que se avecinaba, una colección de frases míticas sin fecha de caducidad y declamadas con la entonación y el nervio precisos. Esta vez la expectación fue considerable. Los 091 eran ya una banda consagrada, con un repertorio de infarto, un directo demoledor (habían sumado un guitarrista, convirtiéndose en quinteto), y un disco sobresaliente que les podía llevar a dar el salto hacia el público masivo.
Juanjo González recuerda que fue un concierto intenso y emotivo, con la plana mayor del rockerío local coreando las canciones desde el segundo tema (el primero era un instrumental…). ‘La calle del viento’, ‘Zapatos de piel de caimán’, ‘Huellas’, ‘Todo comienza a girar’, ‘Sin raíces’, y así hasta 14 temas memorables (en el CD, pues en el vinilo y en el casette eran sólo 11). Se notaba que a partir de su anterior concierto del año 1990 el grupo había creado escuela en Binéfar, sus seguidores eran una (mini) legión y estaban dispuestos a ser los mayores creyentes de la banda. Los conciertos de 091 se convirtieron en un ritual mayúsculo de rock, con su descarga eléctrica se podían cargar las baterías de cien motores, y así lo vivían los fans de la época.
Por cierto, en aquel concierto Proscritos también presentaban su disco editado el año anterior, ‘Hablando otras lenguas’, el que sería su último trabajo y con el que se atrevieron a explorar las zonas más pegajosas del Delta, con gruesas guitarras impregnadas de ligeras dosis de soul y funk y un cierto aroma grunge (que era lo que lo petaba por aquel entonces). Lástima que fuera su punto y final. A lo mejor les quedó algún material inédito grabado, y un día de estos nos sorprenden con alguna proscrita maniobra de resurrección aprovechando algún aniversario redondo (por sugerir que no quede).
La quinta vez…
En cualquier país con una mínima cultura rock los 091 hubieran sido considerados grandes estrellas mediáticas y reconocidos artistas de la canción. Su aportación a la cultura popular es de una calidad indudable. Sin embargo, tras ‘Tormentas imaginarias’ su discográfica cambió de prioridades y fueron condenados (aún más) al ostracismo por su propia empresa (Polygram), de manera que se quedaron en un espacio alejado de los focos, con un grupo de seguidores entusiastas pero no suficientemente masivos como para mover los resortes del mercado. Quedaron “en el ángulo muerto” como lúcidamente diría Lapido en una canción unos años después. En 1995 grabaron un último disco de estudio (‘Todo lo que vendrá después’) con una pequeña discográfica independiente granadina y en 1996 se disolvieron tras grabar un último disco en directo. Ni siquiera en la recta final aflojaron, y entregaron unas canciones que no sólo mantenían el nivel sino que lo trascendían y llevaban más allá (‘La noche que la luna salió tarde’, ‘Cómo acaban los sueños’, ‘Nubes en forma de pistola’, etc.).
Algunos de sus miembros han seguido una carrera discográfica en solitario, siendo quizá Lapido quién lo ha hecho de manera más sistemática editando discos de gran calidad en su propia y autogestionada discográfica (Pentatonia Records) y girando con regularidad. Sus fans han ido pidiendo reiteradamente el retorno de 091, a lo que sus miembros siempre se negaron con rotundidad. La demanda era ya una frase hecha de la que siempre se sabía la respuesta. Pero a finales de 2015 saltó la noticia: los 091 se juntarían de nuevo para dar algunos conciertos durante el año 2016 en el marco de una gira denominada ‘Maniobra de resurrección’. Por ello, y gracias a la comisión de fiestas de Binéfar, van a volver a la Litera. Sin canciones nuevas que defender tendrán que echar mano de su amplio y rico repertorio, con el que sin duda ofrecerán su particular visión de nuestro absurdo mundo y nos proporcionarán unas cuantas descargas eléctricas y así cargar las baterías para resistir lo que nos queda del siglo XXI (o más).