El pasado miércoles se cumplió el 200 aniversario del nacimiento de Richard Wagner, el hombre que puso música a los Dioses. Es difícil asunto, por no decir estéril, intentar crear una clasificación de los mejores compositores de la historia. Todos y cada uno de ellos tiene sus cualidades y también, hay que decirlo, sus defectos, pero es indudable que algunos de ellos destacan por encima de los demás. Beethoven, Bach, Mozart, Verdi, Händel, Mahler, Tchaikowski, Brahms, Stravinski, Schubert, Debussy… Y Wagner, naturalmente. Todos ellos tienen características propias que los distinguen de los demás: Mozart juguetea con las notas, se divierte, todo lo contrario de Bach, que aplica técnica y genio, incluso matemática, para obtener música celestial, o Beethoven, que es implacable en su perfección, o Verdi, que exalta el ánimo e impulsa hacia delante a las álmas humanas… La característica de Wagner es su grandiosidad, la inmensa dimensión de su música la hace impropia de los simples humanos: Wagner escribe partituras para los Dioses. La de Wagner es la música de la épica, sin duda alguna.
Su obra ha influenciado a muchos compositores, sobretodo a aquellos que abrazaron un nuevo arte como era el cine y se convirtieron en autores al servicio del séptimo arte. Hacer una lista de sus discípulos es tan absurdo como interminable. Seguro que cualquiera de los fragmentos que hemos seleccionado de su obra nos recuerdan a otras composiciones más modernas. Lo verdaderamente importante es constatar que Wagner fue el primero, el que abrió una puerta que ya jamás se podrá volver a cerrar, el que imaginó algo tan grande que todo lo demás, por enorme que fuera, empalidecía a su lado.
Hace 200 años que nació Wagner y con él nació también la música moderna. Hemos seleccionado una serie de fragmentos musicales de sus más conocidas composiciones. Esperamos que os gusten.
Tannhäuser. Obertura. Klaus Tennstedt dirige la London Philarmonic Orchestra
La obertura de Tannhäuser es tan enorme que hasta la propia ópera a la que hace de prólogo palidece a su lado. Su libreto, obra del propio compositor, nos explica la historia de un trovador, Tannhäuser, y de su historia de amor imposible con la bella Elisabeth. La historia nace de la yuxtaposición de dos leyendas alemanas. Esta obertura es, sin duda, uno de los momentos culminantes de la historia de la música.
Tristan und Isolde. Obertura. Georg Solti dirige la Chicago Symphony Orchestra
Tristán e Isolda es una ópera escrita, libreto y música, por Richard Wagner a partir de un romance de Godofredo de Estrasburgo. Explica la historia de amor entre dos enemigos mortales, el guerrero bretón Tristán y la princesa irlandesa prisionera Isolda. Estos dos personajes están considerados los más difíciles de todo el repertorio operístico debido a la extrema dificultad de la partitura vocal. Curiosamente, el propio Wagner no consideraba que Tristán e Isolda fuera una ópera, sino más bien un drama musical.
La Valkirias – Cabalgata de las Valkirias (Acto III)
Desde que en 1979 la utilizara Francis Ford Coppola en la banda sonora de su película Apocalypse Now, esta introducción al tercer acto de La Valkiria, segunda de las cuatro óperas de la tetralogía El anillo del nibelungo, es uno de los fragmentos más conocidos y utilizado recurrentemente de todo el repertorio clásico. La ópera está inspirada en una leyenda del folklore nórdico y le sirvió a Wagner para seguir creando un corpus de leyendas para unificar el sentimiento de pertenencia al Imperio Austro-Húngaro.
El Holandés Errante – Obertura. Dir.: Conner Gray Covington
Considerado uno de los niños prodigio de la música americana de finales del Siglo XX (ya era concertista de violín a los 11 años), Conner Gray Covington convierte la mediocre Eastman School Symphony Orchestra, formada por jovencísimos escolares, en una orquesta sinfónica de primer orden con esta excelente interpretación de una pieza cumbre de la música. Covington es un director de orquesta de primera fila que, a sus 25 años, es el director suplente de la Memphis Symphony Orchestra. Esta versión de El Holandés Errante pone en evidencia que el listón de las nuevas generaciones está altísimo.
Los maestros cantores de Nüremberg. Obertura. Thielemann.
Por la delicada estructura musical, la compleja disposición orquestal y la sutileza con que Wagner juega con los colores, timbres y hasta las posiciones tradicionales de los instrumentos en el foso de la orquesta, esta obertura está considerada una de sus composiciones más perfectas. Desde 1982 se utiliza la grabación que hizo de esta obertura el sello discográfico Deusche Gramophon con Herbert von Karajan a la batuta para calibrar y valorar la calidad de sonido de los equipos de música de Alta Fidelidad de Excepción. Para que nuestros lectores se hagan una idea, son aparatos hechos por encargo, a mano y a medida. Cada equipo de esta categoría suele costar entre los 100.000 y los 2 millones de euros.
Lohengrin. Obertura. Herbert von Karajan.
Sencillamente, la perfección.
Karajan supo conseguir tomarle el pulso a Wagner, recrear su grandiosidad y mirarle cara a cara, fijamente, a los ojos. Pese a la diferencia de épocas, pese a ser imposible que se conocieran, Karajan supo meterse dentro del alma de Wagner y apoderarse de su obra, de su espíritu. La simbiosis entre autor y director es tal que parecería un milagro si no fuera que Karajan hizo lo propio con Beethoven y casi lo consigue con Mozart. De todas las óperas de Wagner Lohengrin es la que tiene un estilo más italianizado, menos germánico. Es la adaptación de un romance medieval alemán, secuela de Perzeval, que daría pie a otra ópera de Wagner, Parsifal. Se considera que la fuente original que inspiró a Wagner es la que también inspiró todos los cuentos de hadas.
Parsifal. Preludio Acto I. Dir.: James Levine
Para acabar, hemos seleccionado este preludio al primer acto de Parsifal, obra inspirada en la leyenda artúrica que nos explica la historia de Parsifal (Sir Perceval) en busca del Santo Grial. Otra vez más las leyendas medievales que acuden en ayuda de Wagner para crear una trama romántica (en el sentido del movimiento estético musical que seguía Wagner) donde encajar su idea cromática de la música. Si alguno de nuestros lectores es aficionado a la saga cinematográfica de La guerra de las galaxias (Star Wars) no tardará en reconocer ciertos pasajes de su partitura en la de las entregas galácticas, puesto que John Williams se escuchó la obra completa de Wagner para inspirarse a componer esas bandas sonoras.