Con descarada indecencia
pero vestidos de luto
disputan su pobre herencia
en las barbas del difunto.
Con protestas de inocencia
derechos van a su asunto:
no hay respeto ni clemencia
para el que abandona el mundo.
Riñen por malas pinturas
—cuadros de dudosa escuela—,
riñen por la cruz de plata
de una común bisabuela
y tiran a la basura
sus juguetes de hojalata,
sus ingenuas acuarelas,
sus fotos, sellos y cartas.
Se deshacen con soltura
de las cosas más baratas
y tiran a la basura
el disco de La Traviata.
Con encono virulento
se pelean sin empacho
por un horrendo despacho
estilo Renacimiento,
y rasgan en un momento
sus escritos y poesías
sin ningún remordimiento.
Se van por las cañerías
sus más nobles sentimientos,
que ellos creen tonterías.
Nadie reclama su herencia
en encanto y en dulzura;
nadie quiere su inocencia,
su bendita chifladura.
Vainica Doble: «El duelo», en El tigre del Guadarrama; Madrid : CFE ⊃ Guimbarda, GS-11138, 1981