Crónicas del colapso

crónicas del colapso(Puedes leer primero la presentación de la serie «Crónicas del colapso»)


Era un fabuloso día de primavera. Carla, una niña de doce años de melena larga, ondulada y morena que vivía en Cerler, era muy curiosa y solía interesarse por la actualidad actual, desde asuntos políticos a medioambientales. Ese mismo día recibió un WhatsApp de su único y mejor amigo Jon:

-¡Ey, Carla! Mi padre acaba de decirme que ha escuchado por la radio que la producción del petróleo está disminuyendo de una manera bestial. Además, ¡lo más impactante que ha oído es que los expertos prevén que para el año de viene sobre estas fechas ya no quedará nada en absoluto -escribió Jon sin aliento.

-Ah, ¿en serio? –Respondió Carla- Y ¿qué crees que pasará el año que viene? ¿Cómo bajaremos a Benasque al colegio si no hay gasolina? Entonces todos los automóviles ya serán eléctricos, ¿no? Pero… ¡los neumáticos también vienen del petróleo! ¿Y qué pasará con los envases de todos alimentos, o incluso con los electrodomésticos y dispositivos informáticos? ¡Ay, Jon! todos esperábamos que algún día llegaría esta noticia… ¡pero no tan pronto! -tecleó Carla asustada.

Jon y Carla eran como uña y carne, siempre estaban juntos. Vivía muy cerca de ella en una pequeña casa recubierta de placas solares; al igual que toda la población. Su padre, a pesar de eso, era un poco antiguo en asuntos informáticos. Un tipo de unos cuarenta y cinco años y le encantaba escuchar su radio, un aparato al que le quedaban muy pocos años de vida.

Carla, tras recibir ese mensaje decidió ir a contarle todo a su querido abuelo Lucas. Él había vivido en una época en la que el petróleo se utilizaba para todo: automóviles y camiones, la mayoría de las cosas de comer iban envasadas, los tejidos de muchas prendas de vestir también contenían petróleo, y así muchas cosas más.

Carla subió las escaleras hacia la habitación de Lucas, y comenzó a contarle el mensaje de Jon que había recibido hacía unos minutos.

-Ay hija mía…en este punto en el que estoy ya no sé qué puede ser verdad y qué no. En mi juventud, a toda la población le preocupaba el asunto del petróleo pero aun así seguían inventando cosas que contenían ese recurso. Años más tarde comenzaron a verse coches eléctricos, placas solares en algún que otro tejado…Y hoy en día todos los tejados están repletos y apenas se ven coches que funcionen con gasoil, por lo que el mundo está evolucionando y adaptándose a los nuevos problemas diarios que van surgiendo.-contestó Lucas.

-Ya abuelo -añadió Carla-, pero igualmente tú has convivido toda la vida con el petróleo y se dice que el año que viene ya no habrá más… ¡es una noticia tan cercana que aterra! Siempre la habíamos escuchado pero hoy ha sido el día en que me he dado cuenta realmente que la era del petróleo va a acabar, está todo a la vuelta de la esquina. Lucas, ¿tú qué crees que ocurrirá a partir del año que viene? ¿Todo seguirá igual?

-No lo sé Carla, no lo sé. Probablemente yo no llegue al año que viene, pero igualmente yo creo que no debes preocuparte. La sociedad ha ido adaptándose a todos los cambios, ¿por qué no lo iba a hacer a este? Además hoy en día existen recursos mucho más modernos y a favor del medioambiente que van a sustituir al petróleo.

-Bueno Lucas, intentaré no darle más vueltas y le contaré todo lo que me has dicho a Jon. Espero que nos acompañes durante lo que queda de año y de era del petróleo.

¿Y si realmente el petróleo fuera un recurso ilimitado y nunca se acabara y hemos sido engañados toda la vida?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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