Trau, no es un cuento alegre ni de humor, es un cuento que a ratos te hace sonreír .
Las más de doscientas personas que asistimos ayer al espectáculo “Trau” de la compañía de Guillem Albá dentro de la programación de Imaginaria fuimos avisados al principio de la obra de que iban a capturar nuestro tiempo durante 65 minutos. Nos cautivaron nuestro tiempo y a nosotros mismos ,llevándonos a un mundo entre real e inventado ,al menos a mi.
Sobre el concepto tiempo, el protagonista Guillem Albá, Blai Rodriguez el otro personaje y el equipo técnico que interviene casi todo el tiempo en la escena, desgranan un cuento divertido y perverso a la vez, con dosis de ternura y dureza sobre todo al final de la obra.
Guillem Albá interpreta un personaje en principio, egocéntrico,solitario, un tanto «cabroncete», que produce rechazo hasta que te das cuenta que algo le pasa. Un hombre con la cabeza como un cono con poco pelo y vestido como de payaso antiguo, que se niega a quedarse dormido para que nadie le robe sus recuerdos. Vivencias que coloca dentro de su máquina para recordarlas cuando quiera, una fiesta de cumpleaños, una escena romántica de una película, una fiesta de año nuevo…. Todos recuerdos inacabados que el personaje paraliza mediante una especie de linterna de leds que al parecer los absorbe para posteriormente almacenarlos colgados en sacos blancos al fondo del escenario.
En medio aparece en personaje con bombachos, abrigo largo y nariz de payaso, Blai Rodríguez,,el amigo al que parece no apreciar mucho. Es su antítesis; un personaje abierto, un tanto alocado que vive los momentos con intensidad, a flor de piel y quiere hacer participe de ello al protagonista mediante juegos para socializarlo y al que reprocha su falta de empatía y rechazo a los demás advirtiéndole que se quedará solo.
La escenografía y el vestuario elaborados de manera artesanal, con toques refinados y cuidados hasta en el más pequeño detalle sirven para potenciar el mensaje que se quiere transmitir.La iluminación, esencial para la acción, interactúa con los personajes, ,confiere movimiento y continuidad a la escena. La música compuesta por Anna Roig del grupo L’ombre de ton chien, presente con fuerza durante toda la obra crea el ambiente y el ritmo de Trau.
La historia, así, nos habla de la amistad y del uso del tiempo, de las vivencias que vivimos en compañía. Y lo hace a través de un personaje entrañable, un clown triste y con traumas, pero con un poso de maldad cuyos actos se reflejan en el individualismo que recorre nuestras vidas.
El espectáculo liga poesía, el espíritu clown, el teatro de objetos, de marionetas y de sombras chinas. Se percibe que está medido al dedillo, todos los cachivaches, las coreografías, las luces y el sonido. El espacio escénico va cambiando con la ayuda de los dos técnicos. Los momentos más brillantes están en las recreaciones del negro futuro del amigo mediante sombras y del pasado del protagonista, guardado en el pañuelo de los llantos que se estira hasta formarse una tela negra, por donde deambulan sus recuerdos más tristes mediante muñecos de distintos tamaños regalando al espectador momentos de gran belleza plástica.
Trau, que que catalán significa “agujero profundo en la piel” describe claramente el mensaje de la obra. Que cada uno piense en que momento se produjo un “trau” en su interior al ver la representación . Seguro que fue diferente en cada uno de nosotros, de más a o menos longitud pero de lo que estoy convencida es de que en cada uno de nosotros dejó al menos un pequeño desgarro.