De Monzón a Binéfar, de esta última ciudad a toda La Litera y La Ribagorza siempre fuimos territorio de frontera
Bajo una misma corona (la de Aragon, nacida en 1137 con los esponsales de Petronila y Ramón Berenguer hasta su abolición a principios del 1700 con los decretos de Nueva Planta) el territorio de los dos estados (Reino de Aragón y Condado de Barcelona) tuvo como delimitación la actual frontera, aunque en determinados momentos el Rey Jaime I la llevo hasta el Cinca, para luego posteriormente retrocederla sus sucesores.
Binéfar y Monzón, hasta la guerra de Els Segadors, fueron durante largos años poblaciones en gran parte de habla catalana. A raíz de la devastación de dicha guerra y a partir de 1640 en adelante, la citadas poblaciones fueron repobladas principalmente con gentes del Somontano, de habla en aquel entonces aragonesa para, después de perderse casi definitivamente dicha lengua a finales del siglo XIX y principios del XX, pasar a ser zonas castellano parlantes. En muchas otras poblaciones de la frontera que supone la Franja (Tamarite, Alcampell, Fraga, Altorricón, Camporrels, Bonansa o Castanesa, por sólo citar algunas), una gran parte de su habitantes son de habla catalana, con todas las particularidades y modismos idiomáticos que se quiera.
Quiero decir con todo esto que bajo una misma corona (la de Aragón) las zonas fronterizas de Aragón y Cataluña convivieron perfectamente sin apenas dificultades, con escasamente las disputas que cualquiera puede tener con un buen amigo. Después de los decretos de Nueva Planta y abolida la Corona de Aragón la convivencia continuó siendo fluida con el territorio vecino, por la sencilla razón de que somos y constituimos en cuanto a zona geográfica, una misma unidad económica, comercial y social, igualmente en lo cultural y en muchas de las ciudades de la zona oriental de la provincia, en lo idiomático.
En las zonas de influencia económica ( clusters lo denominan ahora los economistas), los idiomas e incluso la administración religiosa y los cultos, nada tienen que ver con las fronteras político administrativas. Suiza habla en gran parte de su territorio el alemán, igual que Austria ( allí todos lo hablan) o Luxemburgo, incluso algunas comarcas de Bélgica. El Reino Unido es de mayoría protestante, pero en el Ulster partes muy importantes de la población son católicas. Los flamencos son neerlandeses y de habla holandesa, pero pertenecen a Bélgica. De la misma forma que la mayoría son católicos, al contrario que los holandeses, que son protestantes.
Por otro lado, en muchas ocasiones las delimitaciones de las diócesis y provincias eclesiásticas no se han correspondido con las fronteras de nuestras actuales provincias y regiones administrativas del estado. Por poner otro ejemplo, los registros de la propiedad tampoco coinciden en muchos casos con nuestra delimitación comarcal.
Algo parecido fue siempre nuestra frontera. Eramos, fuimos y somos Aragón, pero a nuestra manera oriental, bastante o muy distinta de todo lo que se extiende desde la zona hacia el oeste. Incluso la misma provincia de Huesca, mantiene una personalidad muy disímil con la de Zaragoza. La frontera siempre fue una economía de intercambio con las tierras de Lleida o las tierras de Lleida, si quiere, con nosotros, con una muy semejante estructura comercial y productiva, compartiendo modelos y métodos de explotación que fluyen en intercambios recíprocamente en un mismo mercado. De la misma forma ha sucedido y sigue sucediendo con el idioma ( la frontera es bilingüe en muchas de sus localidades, no todas, y esto es una evidencia) e incluso hasta el año 1995 hubimos de compartir una misma diócesis eclesiástica. La Iglesia, que lleva durando más de 2000 años, sabía algo en las decisiones que mantuvo durante siglos.
Todo esto puede romperse, más bien existen fuerzas que intentan romperlo, en nuestro perjuicio. La separación eclesiástica ya fue conseguida, sin que un servidor particularmente quiera darle mayor importancia a este hecho (otra cosa es la intencionalidad de quienes la promovieron). Pero el problema es que van a por las otras dos, la económica, la idiomática y cultural. Sus motivos y las maniobras que vienen desarrollando, serán objeto de un próximo artículo:
La parte segunda de este mismo suelto y quizá haya una tercera en este mismo medio.
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