Finestres está de moda debido a sus espectaculares formaciones geológicas, pero Finestres esconde muchos secretos y con esta salida desvelamos algunos de ellos, secretos geológicos, algunos paleontológicos y también históricos, el lugar lo merece.
En primer lugar, decir que no solo defendemos y damos a conocer el patrimonio geológico minero, sino que también defendemos todo tipo de patrimonio del futuro Parque y en este caso concreto el patrimonio de nuestra toponimia. Estamos decepcionados que tras las visitas de personas totalmente ajenas al territorio y a la ignorancia se intente volver a bautizar los parajes que durante siglos ya estaban bautizados, concretamente nos referimos a “La Muralla de Finestres” no es “La Muralla China”, esta está en China y no en Finestres. Muralla sí porque fue una doble muralla natural de un castillo de época musulmana, conquistado y reconstruido por Arnau Mir de Tost que, según algunos documentos, este hecho habría tenido lugar el 10 de enero del año 1057. Al igual que otros lugares de los alrededores. Pero no solo se conoce de antaño con ese topónimo, los últimos siglos, este paraje se conoce por “Les Roques de la Vila” porque antiguamente el pueblo de Finestres se ubicaba justo debajo del castillo, protegido por esas paredes naturales de piedra caliza del Cretácico Superior (entre 66 Millones de años y 100 Millones de años) Este pues sería el topónimo más popular, pero también se conoce por “Les Dents de Finestres” por la forma de dientes que tiene el conjunto de estratos casi verticalizados.
Dicho lo dicho, emprendimos el recorrido desde Estopiñán del Castillo a las 8:30h y nos dirigimos por caminos en 4×4 y 4×2 hasta Finestres. Una hora más tarde iniciamos la ruta geológica andando. Pasamos por el camino que bordea el pueblo hasta coger la senda que se dirige a “Les Rocas de la Vila”. Hicimos una primera parada en lo que posiblemente fuese en su día un convento de frailes, donde empezamos a situarnos históricamente. Tras esa parada nos dirigimos a la zona donde comienzas las paredes verticales, desde donde ya pudimos observar, lo que consideramos, una auténtica aula de geología al aire libre donde enseñar aspectos fundamentales para esta materia como son pliegues, discordancias o conceptos como el de ambiente sedimentario. A partir de allí iniciamos un descenso pronunciado paralelo a las paredes de rocas calizas hasta llegar al “Barranco de Sabinós”. Durante esa bajada, el montisonense experto en botánica, José Vicente Fernández, dio amplias explicaciones de las plantas curiosas y autóctonas de ese lugar.
Cruzado dicho barranco, emprendimos la subida qué nos llevaría a conquistar el Castillo de Finestres, que tras pasar unas clavijas accedimos a su interior, bueno a lo que queda de la construcción milenaria. Allí pudimos observar unas vistas espectaculares del embalse de Canelles, las distintas formaciones de “Las Sierras Marginales” y los restos de la ermita del castillo dedicada a San Vicente, restaurada y la estructura más conservada de todo el castillo.
Allí, nuestro amigo e historiador conocedor de la historia de la zona, José Ramón Bardají de Estopiñán, nos dio unas explicaciones detalladas para ubicarnos históricamente.
Una vez disfrutado de ese precioso paraje volvimos por donde habíamos venido para llegar al “Barranco de Sabinós” para esta vez, seguir su curso hasta llegar a una zona de antiguos huertos (del castillo y su población) desde donde pudimos observar la grandiosidad de esas rocas erosionadas durante milenios que fueron labradas por el agua que discurre por ese barranco.
Serían las 12:30 horas cuando atacamos la escarpada subida por donde habíamos bajado. Una vez coronadas dichas paredes verticales, dejamos la senda por donde habíamos venido y nos dirigimos hacia la ermita de San Marcos. Otro lugar con vistas espectaculares, desde donde se ve otra perspectiva de aquel circo geológico.
Después de tanto gozo para nuestros ojos y espero que para el conocimiento también, todo el mundo se hallaba gratamente sorprendido y gozoso de la experiencia vivida.
¡En definitiva, una magnífica jornada!
Fotos: MªJesús Bardají, Mª Pilar Anglada y Sebastián Agudo