La sorprendente elección de Donald Trump sirvió como un catalizador para investigar a las plataformas que representan gran parte de nuestra experiencia en Internet. Aun así, han hecho falta muchos meses para entender de verdad la enorme magnitud del rol que jugaron . . .
En el caso de Facebook, hubo cuentas falsas impulsando mensajes que fomentaban la crispación en los estados decisivos. Google detectó actividades similares en su herramienta de búsquedas y en YouTube. En Twitter, ejércitos de bots y de usuarios falsos promovieron noticias falsas que favorecían a Donald Trump.
«La elección muestra lo que está en juego . . . En el pasado, criticar a Silicon Valley era decir que el smartphone nos estaba haciendo tontos. Ahora es decir que es incompatible con la democracia» . . .
Desesperadas por evitar el tipo de regulación contra monopolios que perturbó el dominio de IBM y de Microsoft, las cinco grandes tecnológicas están inundando a Washington con grupos de presión, hasta el punto de que ya multiplican por dos la inversión en lobbies que hace Wall Street.
Olivia Solon: «Se acabó el cuento de hadas de la bondad natural de los gigantes tecnológicos», en eldiario.es ; Madrid : Diario de Prensa Digital, 29 diciembre 2017 (extr. La Litera información)