Obituario

Querida Nieves:

Ayer quedamos y tú no estabas. Y mira que quedamos por ti… Para hablar de ti.

Notamos tu presencia pero lloramos tu ausencia, tu intensidad, tu desmesurado vocabulario, tu excesivo corazón.

A lo mejor no estábamos todas, porque faltabas tú, pero las que estábamos te queríamos y nos querías, de hecho siempre quisiste demasiado, sin parecerlo pero sin mesura. Sin control.

Nos has dejado, dejado huérfanas, nos hemos quedado huérfanas de ti y huérfanas del espacio en donde reinabas en el papel de hada madrina -aunque con pintas de bruja- siempre de negro, con aquellas mallas negras.

Ayer me explicaron que una niña preguntó: cuando vaya a Binéfar, ¿quién me abrazará ahora?

Tu espacio era refugio de muchas aves, tu espacio… un lugar seguro, de encuentros, alegrías, derrotas, muchas risas y mucha cerveza.

¿Quién regará el jazmín? ¿Quién cuidará los dibujos de la pared? ¿Dónde iremos las noches de verano? ¿Cuál será ahora nuestro refugio climático? Y es que Nieves, lo albergaste todo. Adaptaste todas las iniciativas que la gente te presentaba: la presentación de aquel libro (que siempre será nuestro), las cenas, los conciertos, las performance’s… Todo, Nieves.

Echaremos de menos tus improperios y tus orquídeas (¿qué harán tus orquídeas?, ¿con quién hablarán?).
Echaremos de menos la clandestinidad de tu lugar, de tu Aljibe. Te vas y te llevas no solo los secretos de nuestras inquietudes y el de dónde encontrar buenas setas: te vas y Binéfar hoy parece menos bueno, más lejano y pequeño. Se acaba una etapa, una continuidad, una unión…te vas pero tu amor perdurará siempre.

Te echaremos de menos.

Si te vas
Me quedo en esta calle
Sin salida
Uh, sin salida
Que este bar
Está cansado ya
De despedidas
Uh, de despedidas…

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