Llovió a rachas toda la noche y el día comenzó nublado, con niebla intermitente durante buena parte de la mañana. Pero el último domingo de enero del 2020 dC, como cada año desde hace 33, en Albelda se volvió a celebrar la Festa del Tossino.
Los preparativos se iniciaron temprano, pero nosotros no llegamos hasta media mañana, coincidiendo con la comitiva del mondongo. El cortejo se instaló en medio de la plaza, donde ya ardía la hoguera, hervía el caldero y los cuchillos bien afilados esperaban para entrar en acción.
A diferencia de los eventos taurinos, el animal ya llegó muerto a la plaza. Murió en un lugar apartado de las miradas del público, en manos de expertos en la materia (hay un equipo matador especialista y oficial, nos dijeron). En la plaza, mujeres y hombres vestidos de época comenzaron a despiezar el cuerpo inerte del animal y a elaborar viandas de todo tipo, una actividad artesanal para la que hay que es preciso disponer de una serie de conocimientos expertos sobre las proporciones de especies, los puntos de cocción, la utilidad de cada víscera, huesos o tendones, y un largo etcétera. Unos saberes iniciáticos que no están al alcance de todo el mundo.
Y es que, en el fondo, con la Festa del Tossino lo que se celebra es que todavía existen personas entre nosotros que conservan dichos conocimientos, y que, además, saben cómo ponerlos en práctica. Lo cual no es moco de pavo. Ni oreja de cerdo. Es decir, lo que se celebra es que, si un día la gran agroindustria nos deja a la intemperie o los grandes supermercados sólo nos ofrecen morralla indigesta, todavía habrá gente cercana que sabrá cómo alimentarnos con garantías. Lo cual es de agradecer. Y un indicio de soberanía alimentaria.
Una multitud curiosa rodeaba, a cierta distancia, al grupo de mandongueras. Es sabido que uno de los factores que hace de la Festa del Tossino un éxito año tras año, es que se genera una situación en la que unos charlan y se lo pasan bien mientras otros trabajan. Algo que siempre gusta (a los que charlan). Pero la multitud no sólo sentía curiosidad, sino que también manifestaba una cierta tendencia a engullir. Si no charlaban más era porque tenían la boca llena, dando buena cuenta de los bocadillos que los albeldenses reparten a escala masiva. Este año los hacían pagar, cincuenta céntimos de nada, lo suficiente para alejar aquellos autocares de jubilados que, fletados por empresas fantasma de venta por catálogo, paraban unos minutos a Albelda para recoger los bocadillos y luego continuar camino a la fábrica de mantas o de colchones de turno.
A pesar de ello, este año se volvió a congregar a una enorme cantidad de gente. Una gran operación logística que sólo es posible gracias al ingente número de voluntarios (es el gran misterio comarcal, de dónde los deben sacar), que se pasaron horas y horas haciendo fuego, preparando calderetas y bocadillos, en un acontecimiento de los que reactivan los vínculos comunitarios locales. Invertir en capital social es la mejor manera de ahorrar en psicólogos y policías.
Además, durante la Festa del Tossino las calles se llenan de puestos artesanos de todo tipo y la gente aprovecha para comprar delicatessens variadas. Este año en una parada vendían el libro de las ‘Paraules trafegades d’Albelda’ (de Ramón Chesa y María Teresa Molet), una sabrosa joya que todo el mundo debería tener en casa. Otro ejemplo de aquellos saberes locales que, si se llegaran a perder, sólo podríamos volvernos más pobres y más tontos. Una vez pasada la Festa, todavía se puede conseguir en varias librerías-papelerías comarcales y en el propio ayuntamiento de Albelda.
Pero la gran novedad de la Festa del Tossino de este año ha sido la procedencia de la carne repartida durante la jornada. Esta vez, una tonelada de carne fue donada por Litera Meat, la macro-empresa que recientemente inauguró el nuevo macro-matadero de Binéfar, un emporio que puede cambiar la realidad comarcal en cualquier dirección de la rosa de los vientos, a mejor, a peor, regular o todo a la vez. Pronto lo veremos. Lo que seguro que no hará será dejarnos como estábamos. La alianza entre la Festa del Tossino y el macro-matadero literano entra dentro de la lógica de las cosas, pero habrá que ver si se mantiene como una simbiosis o si habrá que vigilar que no adopte formas parasitarias, puesto que Litera Meat supone lo contrario a la soberanía alimentaria de la que la Festa del Tossino es exponente. En fin, hacia el mediodía salió el sol y la rambla de Albelda ya era un auténtico hervidero de gente, con ese buen ambiente humano que la caracteriza. Un año más, de tanto charlar no nos ha dado tiempo de probar ningún bocado. Habrá que volver.
(*Este artículo es una adaptación-evolución de otro publicado en la revista Temps de Franja).
https://tempsdefranja.org/capsalera/haurem-de-tornar-a-la-festa-del-tossino-dalbelda/