Mamá, ¿me cuentas un cuento?

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La concejalía de Juventud y el Centro Ocupacional Nazareth, perteneciente a Cáritas Diocesana, se pusieron de acuerdo en 2011 en formar a los chicos y chicas que acuden a este Centro en diferentes técnicas manuales. Como muchos de los chicos y chicas que acuden al Centro están dentro del marco de las edades con las que trabaja el Centro de Juventud, se valoró la posibilidad de que trabajaran en actividades conjuntas. Como resultado de este acuerdo, los lunes por la mañana los miembros del C.O. Nazareth acuden al Centro Juvenil para desarrollar actividades de todo tipo, desde manualidades a teatro, habilidades sociales, risoterapia… En octubre de 2012 pensaron una actividad que reuniera la mayor parte de estas prácticas y fruto de esta reflexión nace el espectáculo “Mamá, ¿me cuentas un cuento?”. Tal y como nos explicó Ainhoa Casabón, Técnico de Juventud del Ayuntamiento de Binéfar, hacer una obra de teatro les permitía “involucrar a todos utilizando todo lo que habíamos estado haciendo, desde crear con manualidades los elementos que han salido en la obra, trabajar la voz, grabarla en un estudio, expresión corporal…”. Empezaron a desarrollar la idea en octubre de 2012, trabajando todos los lunes no festivos y parando sólo para navidad y semana santa. Como explica A. Casabón, “empezamos eligiendo las historias primero, luego los materiales y a partir de ahí fuimos paso a paso”.

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Imaginamos lo difícil que debe ser hacer una obra de teatro en la que tus compañeros son poco menos que invisibles. En eso consiste el Teatro Negro, en que al marionetista no se le ve ni queriendo observarlo todo, puesto que forma parte de un grupo de gente que trabaja con el títere o la marioneta absolutamente a oscuras, fundiéndose en el escenario. Según Ainhoa Casabón, trabajar con estos chicos y chicas es complicado porque su índice de atención es muy bajo y a veces les cuesta seguir el ritmo del espectáculo. Andrea Bau, psicóloga del Taller Nazareth, destaca que los quince chicos y chicas del taller tienen cada uno de ellos su patología o perfil diferente y que hacer que un grupo de personas tan diverso pueda convergir en una actividad en común con el mismo objetivo para todos es ya un logro. En este caso “de las quince personas del taller sólo han podido hacerlo 9 por diferentes motivos. Cada uno a nivel personal es diferente. Hasta que no han visto que lo que han estado haciendo durante meses se transformaba en este espectáculo les ha costado creer que podían hacerlo”. De hecho, formar parte de un grupo con un objetivo en común les ayuda a adquirir autoestima. “Oír el aplauso final, ver a tanta gente pendiente de lo que hacen, el público… eso es un subidón”.

Sería injusto olvidarnos de María Ezquerra, quien con Ainhoa Casabón son las personas que han tenido que lidiar más con el día a día de la colaboración entre las dos instituciones. Sin la colaboración de tanta gente nos habríamos perdido este espectáculo tierno y bien pensado que huye del paternalismo que normalmente utilizamos con este tipo de personas. Afortunadamente, la magia del teatro negro se ha apoderado de todos y esta historia, escrita y diseñada por todos los implicados, tanto monitoras como alumnos. Dos cuentos que un niño le pide a su mamá y que ésta le lee y explica con todo el amor del mundo son la trama argumental de este espectáculo. El público infantil, que no tiene piedad cuando algo no le gusta, se quedó hipnotizado con la trama y la historia. También muchos padres y abuelos. Ahora sólo queda animar a todos los implicados a que participen en la próxima edición con un nuevo espectáculo.

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