La moción de censura que puede mandar a Rajoy (o a Sánchez) a su casa

El PSOE apura las horas para intentar que prospere la moción de censura contra Rajoy planteada el 25 de mayo, que tendrá lugar en el Congreso el jueves y el viernes

El PSOE apura las horas para intentar que prospere la moción de censura contra Rajoy planteada el 25 de mayo, que tendrá lugar en el Congreso el jueves y el viernes

Rematar a un PP herido por la sentencia de la Gürtel y marcar línea de cara a los próximos meses, un relato que sea reconocible en unas elecciones generales que —a fecha de hoy— se sitúan en un punto indeterminado de este mismo otoño. Tres grupos parlamentarios, PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos afrontarán a partir del jueves una moción de censura destinada a terminar de agotar a Mariano Rajoy y encarrilar el relevo del Partido Popular.

La moción se plantea como un momento crucial para Pedro Sánchez, que hipoteca esta semana el capital obtenido como secretario general de su partido. Los dos partidos que sostuvieron el ciclo del bipartidismo son los protagonistas de la semana.

La obligación táctica del PSOE

La portavoz del PSOE en el Congreso, Margarita Robles, defendió ayer, 28 de mayo, que la moción de censura interpuesta por los socialistas es “para cumplir una obligación ética y democrática”. Robles colocaba una venda preventiva a su partido antes de la moción que comenzará este jueves y en la que Sánchez recobrará el protagonismo —y la presencia en la tribuna del Congreso— perdido en octubre de 2016, cuando su salida forzada de la secretaría general del PSOE allanó la abstención del partido en la investidura de Rajoy, el 29 de octubre de aquel año.

El PSOE se presenta a la moción en busca de una victoria moral para darle a Sánchez un empujón en la etapa más dura de su travesía en el desierto… y con pocas esperanzas de que salga adelante.

Arrinconado en el espacio del constitucionalismo por la llegada de Ciudadanos e incapaz de moverse un palmo de su posición en el debate territorial, la moción —salvo negociación de última hora— sirve a Sánchez para ejercitar sus músculos de cara a lo que parecen los últimos meses de la legislatura. Se trata de un imperativo táctico: devolver a Pedro Sánchez el traje de hombre de Estado, apagado ya el fulgor de su «momento rebelde» que le permitió volver y llevó al PSOE a recuperar terreno en las encuestas en el primer semestre de 2017.

Las horas que vienen serán críticas si Sánchez aspira a sumar los apoyos necesarios (176 de los 350 diputados). Para ganarla es necesario satisfacer las demandas de mínimos de los partidos independentistas catalanes (PdeCat, ERC) el independentismo vasco (EH Bildu) y al PNV. Demandas que pasan por un replanteamiento general de las políticas de Estado respecto a la política en Catalunya y sobre un inmediato cambio en la política penitenciaria. Pero esas demandas chocan con los vetos de sectores clave de su partido, comenzando por Susana Díaz, que prefiere una España gobernada por Rajoy que ver al PSOE en un pacto con los independentistas.

Así, desde el arranque de esta semana hasta el viernes, el PSOE debe elegir entre llegar a acuerdos con fuerzas antagónicas —los de Sánchez se escudan en que nadie rechaza ningún voto— y con un PNV poco dado a la fantasía sin números que la sustenten, o no hacer nada y esperar acontecimientos. El más probable, el de una dura derrota parlamentaria.

La táctica desplegada por el actual secretario general le devuelve al mismo campo de disputa en el que fue barrido en los meses de agosto y septiembre de 2016, con el añadido de que la realidad del 155 es mucho más tangible que la disputa contra el Procés. El eterno retorno de Sánchez al “tema Catalunya”, el principal conflicto político del primer cuarto del siglo, es un síntoma del estado real del PSOE como proyecto. A partir del jueves volverá a comprobarse.

Otra palanca para Ciudadanos

El partido del Big Data cuenta con el claro apoyo del establishment desde diciembre de 2017. La victoria de Inés Arrimadas en las elecciones catalanas de diciembre disolvió las últimas dudas en los centros de poder madrileños sobre la necesidad de supervivencia del PP. Reuniones con empresarios del IBEX, el apoyo implícito de José María Aznar, guiños a su favor de Felipe González y el apoyo explícito de Nicolas Sarkozy o Manuel Valls han seguido dando argumentos a Albert Rivera para ejercer de capo di capi del extremo centro político.

Ciudadanos ha reaccionado a la moción en su línea habitual. Utilizándola como palanca para la que es su gran oportunidad histórica: unas elecciones antes de final de año, que confirme su posición como partido más votado en Madrid y le acerque en otros territorios a la línea del 20% del voto. Despedazar en 2018 los restos del PP y lanzarse a un proyecto de España de síntesis entre el patriotismo socialdemócrata y el patriotismo neoliberal.

No le faltarán apoyo en los medios de comunicación. Sin ir más lejos, el editorial de El País de este lunes se felicitaba de la posibilidad de que Ciudadanos y PSOE puedan jubilar a Rajoy ya que se trata de dos partidos que “han declarado su patriotismo y se han envuelto en la bandera nacional en sus actos públicos”.

Como el PSOE, pero por diferentes motivos, Ciudadanos ha eludido en los últimos meses reclamar un debate sobre el Estado de la nación. Incómodos ante la perspectiva de concretar un programa más allá del 155 y de la defensa vaga de «las clases medias trabajadoras», los de Rivera han preferido destacarse como alternativa limpia al PP corrupto. Pese a los apoyos externos, la primera regla del club de Rivera es no hablar de la situación política y económica en Europa. O taparla con una bandera cada vez mayor.

Ciudadanos ya ha dicho que no apoyará la moción. La utilizará para atrapar voto de los socialdemócratas. Win-win: si hay apoyo ‘indepe’, Sánchez volverá a ser un forajido para el poder. Si pierde Sánchez, será la tercera vez.

Si no prospera la moción, la propuesta de Ciudadanos es plantear una moción con un «presidente independiente» que convoque esas ansiadas elecciones tras una disolución de cámaras «ordenada, democrática y digna» que Rivera le propone hacer al propio Rajoy. Es decir, la propuesta de Ciudadanos es que todo el mundo despeje el camino para Ciudadanos.

Podemos ya estuvo allí

Superado el episodio de la consulta de Podemos a sus bases —el tándem Iglesias-Montero obtuvo el 68% del apoyo en un plebiscito con una participación récord— el partido morado y sus confluencias afrontan la moción en una buena situación. Ellos ya llevaron a cabo una moción “por imperativo ético” contra el PP —han caminado la senda que ahora transitará Sánchez— y no depende de Unidos Podemos sumar las fuerzas necesarias para llevar a cabo el intento de investidura.

Una inesperada victoria de Sánchez con la suma de soberanistas y Unidos Podemos situaría a esta confluencia como clave en el resto de la legislatura. Cualquier pacto que no pasara por Ciudadanos y que permita expulsar al PP es positivo para Podemos en la medida en que se recuperarán sus ideas respecto a Catalunya y la plurinacionalidad. Lo que es lo mismo, se disolverá del ‘no’ a Sánchez en la primavera de 2016.

Una derrota de Sánchez no es a priori una mala noticia para los de Iglesias. La idea de que el PSOE es incapaz de organizar a las fuerzas situadas en el extramuros de patriotismo constitucional devuelve a Podemos a su posición de aspirante a impugnar a los partidos de régimen. Una situación extraordinariamente parecida a la de 2016 para el partido morado… pero con nueve políticos en prisión y un nivel de crispación aún más elevado que entonces. La derrota de Sánchez puede suponer un mayor repliegue del PSOE en el interior el constitucionalismo patriótico y devolver a Unidos Podemos a una soledad difícil de gestionar.

El verano de Rajoy

Presionado por una mayoría de la cámara, el PP de Rajoy ha intentado defenderse de un destino marcado en rojo tras el fallo de la primera sentencia significativa del caso Gürtel. Despojado de su posición como único garante de la unidad por la emergencia de Ciudadanos y sentenciado por parte de la opinión pública, los populares han visto cómo en apenas dos meses crujía el proyecto de apurar la legislatura, afanosamente trabajado en la negociación de los presupuestos con Ciudadanos y PNV.

Del pronóstico reservado con el que acudieron a su convención de Sevilla a la agitación terminal de la última semana, a partir del jueves, el único objetivo de Rajoy y su partido es ganar tiempo, con la vista puesta en que el desacuerdo de sus contrincantes estire el actual momento de clímax anti-PP y que el verano apacigüe los ánimos otra vez.

Pese a que la moción de Sánchez parece destinada a no sumar los votos suficientes, el momento político sigue cercando a Rajoy. Cada día parece más a punto un acuerdo a varias partes que obtenga como único premio la salida de La Moncloa del actual presidente.


Pablo Elorduy: «La moción de censura que puede mandar a Rajoy (o a Sánchez) a su casa», en El Salto diario

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