. . . las interpretaciones analíticas de hechos y datos evolucionan con los nuevos descubrimientos, la recopilación de nuevos datos o el desarrollo de nuevas tecnologías que permiten reconsiderar incluso teorías bien establecidas. Que nos centremos en la descomposición de la verdad no significa que nos preocupe esta evolución, característica natural e inevitable de la acumulación de conocimientos y del progreso científico. Tampoco debe entenderse como un ataque al escepticismo o al cuestionamiento de interpretaciones analíticas existentes de hechos y datos, actitudes harto saludables. Pero sí nos preocupa el creciente desequilibrio en el debate político y ciudadano entre, por una parte, las posturas fundadas en hechos y en interpretaciones analíticas de hechos y datos y, por otra, las basadas en opiniones y actitudes personales . . .
Aunque tenemos algunas pruebas de que otras épocas también vieron declinar la confianza en las instituciones, esta tendencia parece ser más pronunciada ahora que en el pasado. La desconfianza en los bancos y las instituciones financieras ciertamente creció en los años veinte y treinta; y la agitación social de los años sesenta y setenta . . . dejó a muchos dudando de la honestidad del Gobierno . . . En cambio, no vemos en ninguno de estos períodos anteriores que aumentara el desacuerdo sobre los hechos o las interpretaciones analíticas de hechos y datos. Esta tendencia aparece hoy en forma de desacuerdo sobre los hallazgos científicos, los datos, las estadísticas y los hechos mismos . . .
Hemos identificado cuatro posibles factores causales de esta descomposición de la verdad:
. . . 3. Al sistema educativo se le exigen tantas cosas y tan contradictorias que difícilmente puede mantenerse al día. Mientras el sector de la información se ha complicado, las exigencias contradictorias y los recortes presupuestarios al sistema educativo han dejado la educación cívica, la alfabetización mediática y el pensamiento crítico en la cuneta. Los estudiantes necesitan exactamente esos conocimientos y esas habilidades para evaluar de manera efectiva las fuentes de información, identificar los sesgos y distinguir los hechos de la opinión y la mentira. Esta brecha entre los desafíos del sector de la información y la educación ofrecida a los jóvenes impulsa y perpetúa la descomposición de la verdad, pues contribuye a crear una ciudadanía dada a consumir y diseminar desinformaciones, mixtificaciones o informaciones en las que no se distingue el hecho de la opinión. En este contexto, la verdad se pudre.
Jennifer Kavanagh, Michael D. Rich: Truth Decay : An Initial Exploration of the Diminishing Role of Facts and Analysis in American Public Life [PDF] ; Santa Monica : RAND Corporation, 2018 (extr. y trad. La Litera información)