Sci-Hub, el rastreador web que Elbakyan fundó en 2011 para publicar artículos de acceso restringido, ha hecho más que ningún gobierno para enfrentar una de las mayores estafas de la era moderna: la que convierte en beneficios privados las investigaciones públicas que nos pertenecen a todos . . .
Cinco empresas publican la mitad de toda la investigación que se hace en el mundo: Reed Elsevier, Springer, Taylor & Francis, Wiley-Blackwell y la American Chemical Society. Para tener acceso a sus paquetes de revistas, las bibliotecas desembolsan fortunas. A los que no pertenecen al sistema universitario se les exige un pago de 20, 30 y a veces hasta 50 dólares por la lectura de un solo artículo.
Aunque las revistas de acceso abierto han crecido mucho, los investigadores siguen necesitando los artículos de pago de las revistas comerciales. A muchos no les queda otra alternativa que publicar sus investigaciones con estas empresas porque las personas que financian, recompensan o promocionan su trabajo los evalúan por el alcance de las revistas en las que se leen sus papers. Toda una estafa sobre la que ningún ministro de Ciencia ha dicho una sola palabra . . .
Como muchos científicos de países con programas de investigación poco dotados, Elbakyan se dio cuenta de que no podría terminar su investigación en neurociencia sin artículos pirateados. Indignada por la barrera en los conocimientos que levantaban las revistas, utilizó sus habilidades como hacker para compartir los papers con la comunidad. Sci-Hub permite el acceso libre a 70 millones de papers que, de otra manera, estarían bloqueados detrás de las barreras de pago . . .
En la gran mayoría de los casos, las investigaciones denunciadas como pirateadas han sido pagadas por los contribuyentes. La mayor parte del trabajo de redacción, revisión y edición se desarrolla en universidades y con fondos estatales. Pero este bien público es capturado, empaquetado y vendido de nuevo a los contribuyentes por unas tarifas desproporcionadas.
Las bibliotecas públicas son las que más pagan por ellos. Los contribuyentes desembolsan dos veces: primero para financiar la investigación y luego para leer el trabajo que han patrocinado. Tal vez haya justificaciones legales para esta práctica. Justificaciones éticas no hay ninguna.
Alexandra Elbakyan vive ocultándose. Lejos de la jurisdicción de los tribunales estadounidenses, va cambiando de dominio a Sci-Hub a medida que hacen caer la página.
George Monbiot: «La estafa de las revistas científicas se acerca a su fin», en eldiario.es ; Madrid : Diario de Prensa Digital, 16 setiembre 2018 (trad. Francisco de Zárate, extr. La Litera información)