Crónicas del colapso

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En 2018, cuando pensamos en el futuro, tenemos la imagen de súper ciudades con enormes edificios, coches voladores y tecnologías muy avanzadas y esto era lo que quería ver el gran científico Víctor cuando decidió crear una máquina para viajar al futuro, concretamente al año 2215.

Cuando Víctor llegó a este año nada era como había imaginado tantísimas veces mientras construía su maquina. Llegó a un pueblo al oeste de Nueva York. Sólo varias casas seguían todavía en pie y no vio a más de tres personas en aquellas calles. La vida tal y como él la conocía había cambiado, todo estaba desolado. No comprendía que había podido pasar y no dudó en ir a preguntar a una mujer que justamente pasaba por su lado y lo miraba con cara extrañada, ya nadie pisaba aquel pueblo que en su momento había sido un importante centro turístico.

Víctor le explicó quién era y de donde venía, la mujer casi ni se inmutó, nada parecía sorprenderla. Le invitó a su casa, podía quedarse allí lo que durase su viaje.
Aquella mujer, de nombre Emily, preparó la cena, todo sacado de un pequeño huerto que tenía en su jardín. Se sentaron a la luz de unas velas. Con cada cosa que sucedí, Víctor se quedaba más sorprendido y seguía sin entender nada.

Terminaron de cenar y Emily limpió los platos con una pastilla de jabón casero. Se sentaron en un pequeño sofá. Emily decidió que era la hora de hablar del asunto. Comenzó explicándole que, como había podido ver en aquella cena, no había tecnologías avanzadas sino que más bien todo había retrocedido y bastante. Todo se debía a que las reservas de petróleo se habían agotado y como consecuencia, nada de lo que antes veíamos habitual que necesitase petróleo se podía tener ya, muchas más cosas de las que podíamos llegar a imaginar.

Continuó explicándole por qué estaba todo desolado. Y es que, cuando quedaban pocos pozos de petróleo en funcionamiento, estalló una gran guerra entre Asia y Europa junto a Estados Unidos.

Cuando termino de ponerle al día, Víctor no sabía qué decir, se había quedado atónito. Al ver su reacción Emily continuó diciéndole que si volvía a su época todavía estaban a tiempo de cambiar las cosas y que el final de la era de los combustibles fósiles no fuese tan dramática.

No lo dudó. Regresó al presente con más ganas que nunca de hablar con la gente, para explicar todo lo que había vivido y aprendido y de buscar nuevas formas de conseguir energía para poder cambiar el mundo. Comenzó a dar conferencias, charlas en institutos, colegios, con niños, con padres. Quería concienciar a todo el mundo sobre la importancia de tener un consumo responsable.

 

 

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