Resguardar, albergar, cuidar, acoger son palabras que resuenan el día de hoy, allí donde fluyen mil y una pequeñas, medianas y grandes iniciativas para sostener la lucha. Ni vanguardia ni retaguardia; todos de a una, como el palo horizontal que porta la comunidad para defender la tierra, para encabezar la marcha, para no seguir mandados. Ahí es donde se condensa lo que se aprende peleando, lo que me gustaría compartir con mi hija y mi ahijada: la fuerza del cuerpo a cuerpo comunitario que enseña el movimiento indígena, y el par reproducción de la lucha y lucha por la reproducción, que alumbran las mujeres organizadas y los feminismos, los wambras también . . .
Las mujeres y hombres indígenas y campesinos caminan juntos con los palos y las ramas de eucaliptus, con las que protegerse de los gases. Y, más que juntos, acuerpados, los compañeros salen y entran del ágora preguntando por los de su pueblo, por los de su comunidad; separarse es extraño, uno va con los suyos, a la marcha y al descanso, al almuerzo y al camión . . .
Hermanos de una comunidad de Bolívar, provincia donde han tomado la gobernación, donde quedaron quienes no subieron a Quito, explican lo que todo el mundo ya percibe. Los jóvenes dicen: “ahora nos toca a nosotros”. “Nuestros taitas y mamas han peleado, nosotras seguimos su senda igual”. Y verá, “mujeres y hombres”. En efecto, las mujeres, bien arrechas, gritaban con fuerza llamando a la resistencia, desde la asamblea ocupada y desde la calle . . .
Cristina Vega: «Ecuador, una lucha sin vanguardia ni retaguardia: todos de a una», en eldiario.es ; Madrid : Diario de Prensa Digital, 10 octubre 2019 (extr. La Litera información)