Voy a hablar de cómo el sistema educativo actual afecta negativamente a los estudiantes y de por qué creo que es importante hablar de este tema desde el punto de vista de las afectadas y los afectados.
A los estudiantes de Enseñanza Secundaria Obligatoria no les gusta el sistema educativo actual. Sus quejas más recurrentes son el sistema de evaluación, la ausencia de asignaturas con aplicación práctica asegurada durante la vida adulta (como finanzas, tareas domésticas e incluso introspección) y la monotonía con la que se suelen abordar prácticamente todas las materias. Y esto a largo plazo afecta a la autosuficiencia y capacidad de resolver problemas de los estudiantes. Dejadme desarrollar.
El sistema de evaluación, es decir, cómo se deciden nuestras notas, se basa mayoritariamente en exámenes y pruebas escritas en los que se valora la memorización de la materia por encima de todo. ¿Cuántas veces, mientras ayudábais a estudiar a vuestros hermanos, amigos, hijos o nietos, les habéis preguntado algo sobre el tema del que se van a examinar y os han dicho que no lo saben porque tal cosa no va a entrar en el examen?
Al haberles sido presentadas esas lecciones de manera monótona tienen muy poco o ningún interés en el contenido a no ser que ya les interesara con anterioridad, así que no nacerá de los propios estudiantes interesarse por el tema, y desde luego tampoco los hará investigar más por su cuenta. Por otra parte, al pensar que la mayoría de lo estudiado no les servirá para nada en la vida adulta, tan solo lo memorizan para poder sacar buena nota en el examen de turno y no tener que pensar nunca más en dicho tema.
Entonces nos preguntamos: ¿conocer cosas como historia básica de la sociedad, principios de física y química o la lengua de la que provienen muchos de los idiomas que hablamos, puede sernos útil en la vida adulta? Y la respuesta es: absolutamente, pero no servirá de nada si esos contenidos los tenemos que memorizar como autómatas para no ser considerados “fracasados escolares”: así no se fomenta la reflexión, la cual es la clave a, me atrevería a decir, prácticamente todo lo que no requiere trabajo físico con exclusividad. ¿Crisis de identidad? Se resuelven en gran parte reflexionando. ¿Mala relación con la gente de tu entorno? El diálogo es fundamental, pero siempre ha de implicar un trabajo de reflexión. ¿Indecisión política o moral, inseguridad por culpa de los estándares societales? ¿No sabes si intentar arreglar tú mismo la lavadora o si llamar a un técnico de reparaciones? ¡Sorpresa! Reflexionando llegarás a la conclusión que mejor se adapte a tu situación y así podrás resolver el problema con mucha más facilidad.
Estos han sido unos pocos ejemplos de cómo la reflexión aumenta la calidad de vida. Bien, pues si los estudiantes son entrenados, aunque no sea adrede, para asociar automáticamente el pensamiento y la reflexión con el aburrimiento, durante la vida adulta e incluso antes se encontrarán en situaciones que no son difíciles de resolver pero que no sabrán resolver por su aversión a reflexionar sobre cualquier tema que no sea de su agrado al 100%. Esto no sólo provocará que disfruten menos su vida personal o tengan más problemas, sino que experimentarán un rechazo automático hacia cualquier indicio de cultura, lo que a su vez no será muy favorecedor para el desarrollo personal y de la inteligencia de cada persona.
Ahora pasemos al tema de la salud mental y las expectativas hacia los estudiantes.
Como ya sabréis, según la teoría de las inteligencias múltiples que fue publicada por un profesor de Harvard en 1983 y que se ha ido actualizando hasta la fecha, hay doce tipos de inteligencia que se pueden activar en diferentes situaciones y marcos culturales. Todas estas serán más o menos importantes dependiendo del estilo de vida y el entorno de la persona, pero ninguna es prescindible si se quiere tener una vida satisfactoria.
Aún así, en los institutos la gran mayoría del tiempo sólo se valoran la inteligencia lingüístico-verbal y la lógico-matemática. La colaborativa y la corporal-kinestésica (es decir, la capacidad para coordinar los movimientos corporales) se trabajan en la asignatura de Educación Física y a la hora de hacer trabajos grupales, y la gente que elige las asignaturas de música, filosofía o plástica podrá trabajar la inteligencia creativa, la visual-espacial, la existencial y la musical. De todos modos, estas últimas seis están relegadas a un plano secundario, y hay todavía otras cuatro inteligencias que no se valoran académicamente en ningún momento: las de autoconocimiento y de don de gentes (hay varias inteligencias de este grupo) y la naturalista (la apreciación hacia el mundo natural).
Ahora que tenemos claros estos conceptos, pasemos a hablar de cómo esto afecta a la autoestima y salud mental de los y las estudiantes. El mayor problema en este sentido es la falta de apreciación y desarrollo hacia las inteligencias “no académicas”: las creativas y de relaciones personales.
Se estima que en la persona media se manifiestan con especial intensidad dos de esas doce inteligencias. Sin necesidad de hacer ningún cálculo, se puede deducir que un gran porcentaje de personas no sobresaldrá ni en la inteligencia lógico-matemática ni en la lingüística, con lo que ese porcentaje de la población no tendrá unos resultados académicos especialmente altos, aunque tengan cualquiera de las otras inteligencias muy desarrolladas. Al creer, por lo que se ha enseñado, que uno es tonto si no se le dan bien las matemáticas y las ciencias y/o los idiomas, mucha gente se considera ignorante, no inteligente, basándose en sus resultados académicos.
Si juntamos esto con la presión por sacar notas brillantes que se inculca a los estudiantes por parte de centros educativos y muchas familias, y con la importancia general que se le da a esas mismas notas para determinar el valor de una persona, se crea una decadencia de la salud mental que, en el peor de los casos, puede desembocar en ansiedad, depresión y autodesprecio por no cumplir expectativas; o en odio hacia la educación, una idea que puede quedar arraigada para toda la vida si la experiencia educativa es especialmente mala. Esto causa el abandono masivo de los estudios: España es uno de los países de la unión europea con una de las tasas más altas de gente que no tiene el título de la ESO. Aparte, las estadísticas muestran que la gente de clase trabajadora abandona mucho más los estudios que la de clase media, acrecentando así aún más la diferencia de oficios y sueldos entre clases sociales.
La última cosa que quiero comentar es el consumo de tiempo de todo lo relacionado con el instituto.
Durante cinco días a la semana, pasamos entre seis y siete horas diarias dentro del instituto, sentados y (teóricamente) poniendo nuestra atención en lo que se nos está explicando. Después de esto, se espera que hagamos los deberes de cada una de las asignaturas y estudiemos todas las tardes. Esto deja prácticamente sin tiempo libre si se sigue; y si no se sigue, se es castigado por no hacer los deberes, no saberse la lección, etcétera. Aparte, está relacionado con el punto anterior: si uno decide hacer todas las tareas que se espera que haga, será felicitado o felicitada pero a cambio no tendrá tiempo de hacer las actividades que le gusten (sus hobbies) ni de tener buena vida social. Pero si uno decide quedar con amigos y amigas, practicar sus hobbies, etcétera, en vez de pasarse todas las tardes estudiando, será criticado y castigado aunque esté disfrutando de su adolescencia con sus amigos o haciendo lo que le apasiona. Prácticamente parece que el sistema educativo premie el estrés por encima de todo.
Y por fin ya llegamos a la conclusión. Si se le puede llamar así, claro, porque mi objetivo final diciendo todo esto no es que os aprendáis los datos de memoria, y aún menos que creáis que la educación es lo peor; al fin y al cabo se ha luchado durante siglos para conseguir educación pública universal, y gracias a ella el analfabetismo casi ha desaparecido en nuestro país.
Lo que me proponía con esto es que reflexionéis sobre cómo el sistema educativo al que estamos sujetos ahora mismo afecta a la gente de nuestro entorno y a nosotros mismos; sobre si es esta es la educación óptima para la gente que será el futuro de este país, tal y como a muchos adultos les gusta decir; y finalmente, que antes de juzgar a la gente por sus resultados académicos, penséis en todo lo que implica sacar buenas notas y en que estas no reflejan la inteligencia general ni el valor de la persona.
Este desahogo fue emitido por Somos Litera Radio dentro del programa Escuela de Radio del 15 de noviembre de 2019.