Texto e Imágenes: Jaume Garcia Castro
Tamarite de Litera, 16 de noviembre de 2013.- Hace 44 años y medio, en abril de 1969, nacía en Barcelona una revista que pretendía informar sobre lo que sucedía en Tamarite y comarca. En el Centro Aragonés de la Calle Canuda se reunía un grupo de personas que se dieron en llamar Los Amigos de Tamarite ya que casi todos ellos eran nacidos en la capital literana. Como suele pasar, en una mesa y entre amigos nació la idea de crear La voz de La Litera, una publicación que informaba de lo sucedido en Tamarite y alrededores para todas aquellas personas que no vivían allí. Un notario, Francisco Sans, fue el encargado de dirigir esa revista durante solo ocho números, porque en el noveno ya apareció otro director, Primitivo Domínguez, quien dirigió la revista unos meses, pero no llegó al segundo aniversario de la publicación porque un mes antes Melchor Jesús Montori tomó las riendas del medio y bajo esta dirección la revista pasa por momentos muy difíciles que a punto estuvo de llegar a desaparecer. Ya en la década de los ochenta, en plena fiebre del Naranjito, la única directora del medio, María Teresa Monter, profesora de educación infantil, llevó la batuta durante dos años y en 1983 apareció Mosén Ramón Pociello como cabeza visible de la revista. Entre él y Mariano pudieron sacar a La voz de La Litera de los números rojos y empezar a tener superávit, pero fue labor de hormiguitas y de muchos años de hacer equilibrios económicos. Cuando Mosén Pociello dejó la presidencia para poder dedicarse a su labor pastoral, Mariano Blanc quedó al mando de la nave, aunque él prefiere que se le cosidere como único superviviente del consejo de redacción. Ayer, alrededor de otra mesa, se celebró el número 500 de esta publicación.
Muchas de las personas que han colaborado en la redacción y dirección de la revista se reunieron para celebrar una comida donde recordar hechos, anécdotas y vivencias sucedidas durante la elaboración de esos 500 números de La Voz de La Litera. Al acabar la comida, se dirigieron todos al Salón de Actos del Centro de Entidades de Tamarite de Litera, donde el alcalde de la localidad, Francisco Mateo y el historiador y escritor José Antonio Adell, se encargaron de oficiar el acto de homenaje a la publicación y, de forma indirecta, al hombre que ha llevado 43 años colaborando en la revista, Mariano Blanc, quien a sus 79 años hace caso de los médicos y ha decidido pasar el testigo a una nueva generación de redactores o periodistas. Francisco Mateo se encargó de dar una buena noticia, no solo para los tamaritanos sino también para todos los que amamos el periodismo: A pesar de que Mariano Blanc dejará la redacción de La voz de La Litera a final de año, el Ayuntamiento apuesta por su continuidad y está trabajando en perfilar la continuación de la revista adecuándola a los tiempos actuales.
Por su parte, José Antonio Adell trazó de forma amena y divertida una pequeña historia de la revista en la que él empezó a escribir sus primeros textos y en la que colaboró durante doce años. Recordó a las personas que ya no estaban y que hicieron crecer la revista, a los que todavía están y acudieron al acto y a la figura de Mariano Blanc, auténtica alma de esta cabecera, la revista decana de La Litera. Habló de las noticias que han marcado algunos de estos números, algunas alegres, como la que hablaba de los hermanos García que habían quedado finalistas de rock del programa “Aplauso”, otras esperanzadoras, como la creación de la Mancomunidad, la mayoría cotidianas, como los encuentros de los Amigos de Tamarite, o la inauguración de la fuente del Paseo del Hortaz en el monumento a Joaquín Costa, alguna tragedia, como el terrible desprendimiento de una roca que acabó con la vida de cuatro personas en la década de los setenta… El público asistente asentía y murmuraba recordando algunos de los momentos rememorados por Adell, mientras éste seguía exponiendo de forma didáctica anécdotas y datos de la historia tamaritana y de La Litera Oriental. Adell hizo una defensa de las revistas en papel como fuente imprescindible de fuentes fidedignas de datos históricos y de fácil conservación para los investigadores del futuro.
Una vez terminada la disertación de Adell, Francisco Mateo entregó una placa conmemorativa a los ex directores presentes en el acto, a los familiares de los que ya han fallecido o no pudieron asistir y a Mariano Blanc en reconocimiento por su labor informativa. La hija de Melchor Jesús Montori en representación de su padre y María Teresa Monter, Mosén Ramón Pociello y Mariano Blanc recibieron de manos de Mateo una placa conmemorativa de este emotivo acto de homenaje. La anécdota del acto la protagonizó Mariano Blanc cuando le pasó a José Antonio Adell la nota de agradecimiento que había escrito pero que no pudo leer porque se había dejado las gafas en casa.
Ester Soler puso la nota musical que sirvió de punto final al acto. Interpretó al piano y voz tres bellas canciones: My heart will go on, de la película Titanic, La vida es bella, de la película homónima y el clásico de John Lennon Imagine. Y así llegó a su fin este homenaje que, en realidad, más que un recuerdo a todo el trabajo hecho durante 44 años, era un acto de amor: amor por una revista, por Tamarite y por el periodismo local.