En 1992, los daneses votaron contra el tratado de Maastricht: tuvieron que volver a pasar por las urnas. En 2001, los irlandeses votaron contra el tratado de Niza: se vieron obligados a volver a las urnas. En 2005, los franceses y los holandeses votaron contra el tratado constitucional europeo (TCE): se les impuso bajo el nombre de tratado de Lisboa. En 2008, los irlandeses votaron contra el tratado de Lisboa: se les obligó a volver a votar. En 2015, un 61,3 % de los griegos votaron contra el plan de ajuste de Bruselas —se les impuso de todos modos.
Jack Dion: «Europe : les marchés contre les peuples», en Marianne, 1 junio 2018 (extr. y trad. La Litera información)