Elena Gracia Doste falleció el domingo a la edad de 103 años
La «Siña Elena» como era conocida en Alcampell, nació un 24 de marzo de 1915 en la misma casa donde vivió toda su vida. Era la mayor de dos hermanas. Su padre era fotógrafo y desde pequeña se apasionó por la fotografía, siempre estaba en el laboratorio aprendiendo, haciendo retratos. Entre sus recuerdos más lejanos recordaba cuando compraron unos decorados que colgaban en el corral, uno de una saleta de estar y otro de una iglesia para retratar comuniones.
Le encantaba estudiar, cuando terminó la escuela primaria en Alcampell bajaba andando a Tamarite a estudiar con las monjas, época que recordaba con mucho cariño aunque no pudo terminar sus estudios de Regla e Interés –así se denominaba lo que posteriormente fueron estudios de Comercio–.
La «Siña Elena» ejerció la profesión de modista en casa, en un pequeño taller donde enseñaba a las novias a confeccionar su ajuar y ella les hacía los vestidos. En una época donde las mujeres se casaban de negro, recordaba con especial cariño que el primer traje de novia largo que cosió no fue blanco sino rosa y para quién lo había confeccionado. En los años de posguerra donde la vida era difícil para todos y especialmente para las mujeres, su taller de costura era un espacio libre donde poder expresar emociones, dudas y algún que otro secreto compartido con Elena y su buen criterio fruto de su experiencia personal. Elena estuvo casada durante 30 años y su marido la dejó para volver a la muerte del padre a vivir con la madre, ella regresó a la casa paterna y asumió sin conflictos, con firmeza y optimismo el abandono. Recordaba que las chicas la llamaban «Elena Francis» por los consejos que les daba, aunque ella les aconsejaba que no se casaran. Siguió ejerciendo su profesión hasta que en los años setenta abrió una mercería a su sobrina Gemma a la que apoyó en el negocio hasta hace dos años
Elena Gracia Doste, menuda, delgada, de mirada alegre y serena, eternos labios de rojo intenso que pintó hasta el final y de apariencia frágil, fue una mujer inteligente, firme y decidida. Una mujer libre para tomar sus propias decisiones en una época donde las mujeres no podían hacer nada sin el consentimiento de un hombre.
Gracias a la familia, especialmente a su sobrina Gemma por dejarme escribir estas líneas para una mujer que fue uno de los referentes de mi infancia y a la que recordaré siempre.