Iván y Eduardo son dos jóvenes activistas colombianos que, por su actividad defendiendo los derechos de los estudiantes y los campesinos en su país, están amenazados de muerte.
“Con este viaje nos han dado 6 meses más de vida”. Esto es lo que respondieron Iván Ojeda, de 25 años, y Eduardo Medina, de 32, cuando les preguntamos qué es lo que pensaron cuando les mandaron fuera de su país por su propia seguridad.
La cantidad de personas que están amenazadas por su trabajo político en Colombia son muchas, pero desde el colectivo de refugiados Luciano Romero, escogen cada año a las cinco de mayor riesgo para hospedarse en Gijón durante 6 meses. A lo largo de su estancia en España, estos jóvenes realizan una labor política impartiendo charlas y dando a conocer cuál es la realidad que se vive en su país. Por este motivo, se desplazaron hasta Zaragoza el viernes 1 de diciembre y a Binéfar el 2 de diciembre para contar cuál es su realidad en Colombia.
Este programa ha acogido a un total de 109 personas, de las cuales seis han sufrido atentados en su vuelta a Colombia y dos han sido asesinados. “Ahora nosotros somos un cuadro internacional, nosotros estamos protegidos y, si nos pasa algo, el Estado Colombiano tiene que rendir cuentas”, aunque eso no les exime del peligro al que estarán expuestos cuando vuelvan dentro de diez días, según nos cuenta Iván.
“Nosotros estamos deseando volver para seguir con nuestra lucha”, nos comenta Eduardo cuando le preguntamos si no tiene Eduardo durante su charla en Binéfar
miedo de volver a Colombia, aunque sigan estando en el punto de mira.
Tanto Eduardo cómo Iván forman parte del Comité Permanente por la defensa de los derechos humanos, una ONG de Colombia que consulta con las Naciones Unidas temas relacionados con este aspecto. Su labor en Colombia va más allá de visibilizar la situación. Ellos organizan a los campesinos, promueven huelgas y manifestaciones pacíficas contra el Estado y las fuerzas paramilitares que atentan contra estos derechos y negocian procesos de paz. “A nosotros nos han llamado cobardes, cobardespor negociar. El pueblo colombiano pide respeto ante la oportunidad que nos estamos dando de ver si esto, que nosotros llamamos experimento social, funciona o no funciona”, nos cuenta Iván.
El proceso de paz en un país que lleva más de 50 años en un conflicto armado interno resulta más complicado con el paso de los años y de los intentos de reunión. Los intereses políticos juegan un papel muy importante y han llevado a descartar los procesos de paz y volver a las armas hasta siete veces.
Esta lucha que no cesa para millones de colombianos que ya están cansados de resistir y quieren una vida tranquila y sin peligros. Sin embargo, no pararán de luchar hasta conseguir su objetivo porque como defienden y comparten Eduardo e Iván en sus charlas: “Por la vida, hasta la vida misma»