Texto: Jaume Garcia Castro
Imagen: Camino Díaz Bello
Huesca, finales de noviembre de 2013.- Hoy voy a conocer a un policía que escribe novelas o a un novelista que trabaja como policía, todavía no lo tengo muy claro. Quedamos por la mañana en el Casino de Huesca. Es un edificio modernista, precioso, que este 2014 celebrará su 110 aniversario, un escenario digno de cualquier novela negra europea. Llego puntual a la cita y en el mismo instante en que me paro ante las escaleras de entrada, aparece Esteban Navarro por el otro extremo. Nada más verme me sonríe porque tiene la certeza de que soy el tipo que está esperando. Es alto, lleva el pelo rapado, gafas, bigote y perilla canosos. Me recuerda al gran actor Josep María Pou. De hecho, también habla como él y tiene una voz parecida. Esteban Navarro es policía y yo periodista, en nuestros respectivos oficios es importante saber calar al otro en décimas de segundo y creo que los dos nos hemos relajado porque flota en el aire la sensación de que va a ser una conversación agradable. Nos sentamos en una de las mesas del elegante café y empezamos a charlar. Esteban Navarro empieza a explicarme cómo su familia sale de Murcia y van a parar a vivir a Barcelona, su periplo por varias poblaciones catalanas y su formación bilingüe. Finalmente llega a Huesca, donde vive desde hace unos cuantos años.
Esteban Navarro: Yo soy como Rick de Casablanca, que decía que era ciudadano del mundo, no es que me sienta arraigado en ningún sitio, pero entiendo que cada territorio tiene su cultura, tiene su arraigo, sus propios nombres… Conocía a un chico que se llamaba Aleix y él decía “es que es un nombre nuestro”, y yo no me siento muy identificado con esto…
Jaume Garcia: En realidad, cuando le preguntan la nacionalidad Rick responde “borracho”…
Esteban: [Risas] Sí, es cierto. La conversación con el Mayor Strasser, ¿no?
Jaume: Ese actor, Conrad Veidt, era el protagonista de El gabinete del Doctor Caligari…
Esteban: Me sonaba de haberlo visto en El ladrón de Bagdag, pero no me sonaba de El gabinete del Doctor Caligari. Quizás la caracterización me ha distraído. Lo pasó mal, ¿no?
Jaume: Lo pasó mal porque tuvo que salir huyendo de Alemania porque estaba casado con una mujer judía. De hecho, de todo el reparto de Casablanca solo había tres actores estadounidenses, del resto la mayoría salió de Alemania o de otros países europeos por patas. La mayoría de los que hacen de soldados nazis eran actores alemanes de origen judío.
Esteban: Lo recuerdo de “El ladrón de Bagdag” porque era el hombre ese que con la mirada era capaz de invocar a los poderes ocultos y me acordaba de esa imagen.
Jaume: Falleció dos años después de rodar Casablanca por culpa de un cáncer.
Esteban: Casablanca se rodó durante la segunda guerra Mundial, ¿no?
Jaume: Sí, es de 1942, Estados Unidos acababa de entrar en la Guerra.
Esteban: Es una película de la que tengo un recuerdo muy grato porque yo estaba viviendo en Caldes d’Estrac en el año setenta y… Yo nací en el 65 y tenía unos quince años, pues sería en 1980 o 1979. Me vinieron a buscar unos amigos para ir de marcha a Calella de la Costa, había uno de ellos que era mayor que el resto y que tenía coche y nos llevaba. Estaba yo en casa, solo, porque mis padres habían tenido que ir por un tema familiar a Murcia y me habían dejado solo un fin de semana, y había un ciclo el sábado por la tarde en la televisión, donde echaban películas de los Hermanos Marx… ese tipo de películas que a mí me encantaban, y ese día echaban Casablanca. Yo no la había visto todavía. Estaba en casa esperando a que vinieran a recogerme y empezó la película y empecé a verla. Les di una excusa tonta a los amigos, creo que les dije que estaba malo o algo por el estilo, para poder quedarme en casa para ver Casablanca, porque la primera escena, cuando están en el Café Rick y hay un hombre que dice: “sepa que yo era cajero en el banco más importante de nosedonde” y le contesta el camarero: “Pues al director lo tenemos de cocinero”. Me impresionó mucho esa imagen de la guerra, cómo las personas que eran importantes, que eran banqueros, industriales, ahora estaban en Casablanca como refugiados. Me quedé a verla y es una película que he visto un montón de veces.
Jaume: Es uno de esos pequeños milagros que suceden en la historia del arte, porque iban escribiendo el guión a medida que iban rodando, se intercambiaron la película entre dos directores, Michael Curtiz y Howard Hawks que era quien tenía que dirigirla y que acabó haciendo El sargento York, que era la que tenía que dirigir Curtiz.
Esteban: Me gustan mucho los escenarios y el juego que da la iluminación en Casablanca. Esos juegos de luces, esas caras exageradamente iluminadas, posiblemente una herencia del cine mudo […] Yo cuando escribo novelas, las visiono siempre como una película. De hecho, en mi cabeza, cuando estoy estructurando la novela, antes de escribirla, la voy pensando: qué es lo que quiero decir, cómo lo quiero decir y lo voy visionando como si fuera una película. Ese es un poco el dogma que utilizo a la hora de escribir las novelas. Son novelas cinematográficas. En el año 2011 gané el premio La balsa de piedra con El buen padre, y en la sinopsis que hicieron en la contraportada, que la hicieron los organizadores del premio, la Fundación José Saramago, escribieron que era una novela digna de un guión cinematográfico por la forma en la que está escrita. Entonces me di cuenta que habían entendido la forma que tengo de trabajar las novelas. Yo las trabajo siempre como si fuese un guión. Esta última, La noche de los peones, está hecha casi como si fuera una obra de teatro. Es una noche en una comisaría. La he situado en Huesca como la podría haber situado en cualquier otra comisaría, pero he escogido Huesca porque es la comisaría que conozco. Ocurre como en otras novelas anteriores, que las sitúo en espacios que luego existen y hay gente que me lo dice. Recuerdo que en Los fresones rojos se cometía un crimen en la calle Verdi de Barcelona, en el número 45, en la segunda planta y cuando estaba documentándome para la novela pasé por allí y era un solar. Entonces dije, la voy a situar aquí, pero el año pasado fui y estaban construyendo un bloque de pisos. Imagínate que el que vive en el segundo piso de este número compra la novela, la lee y piensa “cómo me han hecho esto”, pero es que en su día no había nada de eso.
La noche de los peones la sitúo en Huesca porque es la comisaría que conozco y es una novela hecha a tiempo real, es decir, es el turno que va desde las nueve de la noche hasta las siete de la mañana. De hecho, si se pudiera leer en diez horas, se estaría leyendo casi durante el mismo tiempo en el que transcurre la historia. Utilizo los flashbacks en forma de recuerdos cuando quiero argumentar alguna cosa un poco más amplia que se sale de ese espacio. Está hecha como si fuera una obra de teatro porque yo, cuando escribo, creo el entorno, creo a los personajes y es como si me sentara a ver qué es lo que hacen, lo que hablan, lo que escriben, y escribo lo que están haciendo ellos. Decía Unamuno que el personaje es el que cobra vida y te dice lo que puede y lo que no puede hacer. El personaje cobra forma en función del desarrollo del propio personaje.
Jaume: Hay personajes secundarios que incluso te acaban pidiendo una novela propia…
Esteban: Me ha pasado, porque en La noche de los peones sale una chica, una policía en prácticas que… La noche de los peones toca muchos temas. De hecho quedó finalista del Premio Nadal y hace unos días estuve en el Getafe Negro y en la mesa redonda donde estaba, estaba también Lorenzo Silva, que era el presidente del jurado del Nadal y lo dijo, que cuando leyeron la novela les impresionó no por la forma en la que está escrita, sino por los temas que toca. Los temas que toca, principalmente son la policía que éramos y la policía que somos. Han pasado 40 años dentro de la novela y hay una policía que es la de los años 60, la del tardofranquismo, y una policía actual que es muy distinta, aún hay un largo camino que recorrer, pero ya se ha recorrido mucho y se ha notado la diferencia. Hay dos protagonistas, un policía casi cincuentón, que ha vivido esa época de la policía de cuando él empezó, y una policía en prácticas que será la protagonista de mi siguiente novela porque me ha gustado mucho el papel que ha hecho. En el conflicto generacional entre la policía joven y el policía antiguo surgen muchas cosas. Por ejemplo, el policía antiguo le cuenta que cuando él empezaba en la policía, Franco había muerto, pero hace una reflexión: nosotros siempre focalizamos los malos en una sola persona, decían “Franco es malo” y había muerto, y es cierto, Franco había muerto, pero los que estaban con él, que eran peores que él, vivían, con lo cual todavía seguía esa… He contado una anécdota, que había comisarios que todavía tenían en su despacho una fotografía de Franco. Hacía dos o tres años que había muerto y aún la tenían. Esa era la gente mala, los que habían quedado. Hablamos de Franco, pero cuando había asesinatos, cuando había torturas, Franco no estaba allí, ¿eh? Igual ni las conocía. Los malos eran los que estaban a su lado que, amparándose en el poder que él regentaba, lo hacían. Hacía un poco esa reflexión, como queriendo decir: “bueno, se ha muerto Franco y hemos cambiado”. No, no, se ha muerto Franco pero ahora hay que esperar a todos estos que estaban al lado, que esos son los realmente malos, a ver qué hacen.
Jaume: Los usos y costumbres, cosas que eran normales…
Esteban: Exacto, que todavía estaban. Yo recuerdo cuando éramos críos, que vivíamos en Barcelona y Franco vivía, porque cuando murió Franco yo tenía diez años, y entonces estábamos cantando “Franco, Franco, que tiene el culo blanco” y salía alguna madre al balcón de la casa y nos decía: “Pero ¿estáis locos? ¡Que va a venir la Guardia Civil y os va a detener!”. Entonces asociabas esa imagen, en plan acción y reacción, yo digo algo e inmediatamente va a venir la Guardia Civil a detenerme. Yo ahora tengo un hijo adolescente, de dieciséis años y él me pregunta: “Pero ¿eso era posible?” Pues sí, era posible que por decir algo te detuvieran y te llevaran al cuartelillo o a comisaría. […] Viendo la película Los juicios de Nuremberg me asaltó la inquietud que muestra muy bien la película de que hay personas que no son conscientes de que lo que hacen está mal mientras están metidos en una dinámica que los arrastra. Creo, que eso que puede parece una excusa de mal pagador, realmente es cierto, hay personas que han hecho cosas malas realmente convencidos de que estaban haciendo algo que estaba bien. Luego ha venido una revisión histórica y se han dado cuenta de que estaba mal. Esa es la erótica del poder, el que lo ostenta no tiene miedo de eso. […]
La policía no es algo aparte, sino que forma parte de la sociedad. Nadie nace policía. Cuando uno nace nadie dice: “¡Uy! ¡Que policía más bonito!” Uno nace, se desarrolla como persona, tiene sus estudios, su entorno social, familiar, cultural, económico, y cuando tiene veinticinco o treinta años decide irse a la policía o al ejército o donde sea, pero su trayectoria la ha hecho en esa sociedad, forma parte de la sociedad y es como la sociedad. De hecho, lo que hacemos es coger trozos de esa sociedad y convertirlos en jueces, policías, militares… Pero en definitiva formamos parte de ella. Tenemos miedo del Poder y nadie sabe dónde está ese poder. El otro día, unos compañeros estaban hablando del Opus Dei y, sin darse cuenta, bajaron la voz. El avance más importante que hemos hecho en esta sociedad es que hemos perdido el miedo al poder, eso es lo más importante. La gente ve a un policía agrediendo a un ciudadano y le hace una fotografía. Una vez que se pierde el miedo, a partir de ahí, empezamos a evolucionar hacia una sociedad más justa. Por eso ahora hay jueces, policías, políticos, que quieren cambiar las cosas desde dentro.
Jaume: La revolución viene de fuera, la evolución sale desde dentro…
Esteban: ¡Exacto!
Jaume: Siempre es mejor evolucionar. Supongo que muchos periodistas te deben haber preguntado sobre qué hace un policía metido a escritor, pero yo creo que eres un escritor metido a policía.
Esteban: Sí, a mí en las tertulias siempre me preguntan “¿Cómo te llamamos?” y yo siempre respondo “Un policía que escribe”. Para escribir se puede pertenecer a cualquier ámbito y escribir sobre lo que te interesa. Mira ahora: las memorias de Belén Esteban, las memorias de Aznar, las memorias de Zapatero… Uno tiene que escribir de lo que sabe. Más allá del chascarrillo, Belén Esteban, aunque dudo que haya escrito ella el libro, escribe sobre un mundo que desconocemos, la televisión, han de hablar de un mundo que conocen. A mí me pasa igual, estoy en un mundo que la gente desconoce, un mundo que se percibe muy oculto. Yo quiero escribir de la policía desde dentro. Cuando escribo novelas policíacas lo hago desde dentro, por eso escribo cosas que el gran público desconoce, porque no se ven desde fuera.
Jaume: Además, has escogido un género complicado, porque el aficionado a la Novela Negra es el más agradecido, pero también el más exigente y puntilloso, porque como cometas un fallo te lo restregarán por la cara toda la vida. Tú has aportado esa visión diferente.
Esteban: Yo quería huir un poco de las novelas extranjeras. Ahora se está retomando un poco el género francés, los autores que vienen de la tradición de Georges Simenon, que era belga y hacía unos policías bastante cercanos. Stieg Larsson hace una novela más americanizada y todo lo que pasa por Estados Unidos pasa por el mundo de la fantasía, una fantasía que nos la han puesto tanto que llega un punto que la vemos normal, aunque no lo sea. Si has leído la trilogía de Millenium hay unas situaciones que son imposibles, no ya en Noruega, sino en cualquier país. Yo buscaba unas novelas más sencillas, más cercanas, más reales, en definitiva, principalmente para conectar con el lector, para escribir de personas de carne y hueso, que el personaje reaccione de una forma similar a la que lo haría el lector. En las novelas procuro escribir una historia nuestra, de aquí, para qué me voy a poner a escribir novelas que pasan en países extranjeros, con nombres extranjeros y con finales inverosímiles estilo culebrón.
Jaume: Nuestro diario es un soporte exclusivamente digital, no tenemos un soporte físico, y hay quien todavía no se da cuenta de lo que esto realmente significa. Tú también empezaste publicando en soporte digital. Formas parte de una serie de escritores que se han abierto paso a partir de los lectores digitales y, no sé si de una forma despectiva o no, os llaman la generación Kindle.
Esteban: Ese nombre lo sugerí yo… En el 12 de febrero de 2012, en Twitter, donde yo me muevo mucho y tengo muchos seguidores, escribí un tweet que decía: “¿Alguien se ha dado cuenta que estamos ante una generación de escritores que nos podríamos autodenominar la Generación Kindle?”. De hecho al día siguiente ya salía en algún periódico lo de la Generación Kindle. De hecho en el cultural de El País nos hicieron un reportaje en el que salía la Generación Kindle, y ya en el 23 de abril, en Sant Jordi, al día siguiente la prensa ya hablaba de la Generación Kindle. Esta Generación Kindle ha sido un boom, que con el tiempo ya veremos como acaba, porque esto es como Operación Triunfo, empezamos muchos pero ya veremos quién sobrevive, pero gracias a ello se ha democratizado la lectura, porque son ellos los que deciden qué novela es buena. En la edición tradicional es la editorial la que decide si un libro es Best-Seller, antes de que salga a la venta. ¿Por qué es Best-Seller? Porque editan un millón de copias, las meten en todas las librerías y en todos los puntos de venta hasta que es un éxito de ventas. Es la editorial la que decidía que tenía que ser un Best-Seller. En cambio, yo cogí en diciembre de 2011 mi novela La casa de enfrente, la puse en internet porque era una novela que había escrito hacía quince años y ya no sabía qué hacer con ella, le hice una portada, y al cabo de un mes estaba en el top de las más vendidas y así estuvo seis o siete meses, hasta que me llaman de la editorial, que querían hablar conmigo. Se ha democratizado la literatura porque son los lectores, con sus descargas, los que han decidido que mi novela sea buena, no una editorial ni un jefe de marketing. Ahora la política de impresión se ha invertido. Antes se sacaba en papel, luego en edición de bolsillo y luego en digital. Ahora salen en digital y si es un éxito, se imprime en papel. Ha habido un cambio cultural bastante importante.
La Generación Kindle va a quedar como un sentimiento de pertenencia. Esta etiqueta de Generación Kindle ha sido la mejor forma de dar a conocer a toda una serie de escritores que habían agotado todas las posibilidades con las editoriales. Yo enviaba un manuscrito a una editorial y recibía una carta que decía que habían valorado mi obra pero que no encajaba con la línea editorial. Ahora la envío y, como les suena el nombre, al menos se la leen. Mi última novela no la hubiera leído ninguno de ellos y ahora tienen curiosidad para saber qué he escrito.
Ahora pertenezco a una editorial y eso está muy bien. La auto edición digital es una muy buena herramienta para darse a conocer, pero ahora estoy llegando al mercado latinoamericano, algo impensable sin un respaldo editorial, como tampoco sería posible que estuviera traduciendo por mi cuenta alguna de mis novelas al inglés. El otro día entré en una gran supefricie en Callao y, nada más entrar, vi una pila de ejemplares de mi novela, algo que un auto-publicado no puede permitirse el lujo de conseguir.
Jaume: ¿Te ves en un futuro viviendo solo de escribir?
Esteban: Yo soy una persona aferrada al presente, aún así me gustaría visualizar un futuro en el que me pueda dedicar exclusivamente a la escritura, pero también es cierto que me gusta la profesión de policía y si no fuera por mi profesión y mis vivencias dentro de la policía tampoco hubiera podido escribir. Si estuviera en una cueva encerrado y hubiera podido escribir, mis libros tampoco podrían haber sido escritos. Para mí, ser policía es importante porque me da un sueldo estable, porque me gusta, porque entré como vocación, y porque me permite escribir de lo que conozco. En un futuro me gustaría vivir de la escritura, pero es más un sentimiento, no es una cosa que me preocupe o que me quite el sueño.
Jaume: Me hace gracia que te llames Navarro, que seas murciano, que te hayas educado en Cataluña y ahora vivas desde hace años en Huesca.
Esteban: Sí, el segundo apellido es Soriano [Risas]. Hace medio año aproximadamente, vi una película que era de números con Jim Carrey, Número 23. Yo tengo mucho tiempo para pensar y pensé cosas curiosas con los números. Por ejemplo, me llamo Esteban y eso son siete letras, Navarro, que tiene siete letras, Soriano, que tiene siete letras más. Mi madre se llamaba Brígida, que tiene siete letras, mi padre Nicolás, que tiene siete letras más… Nací en 1965= 1+9+6+5= 21, múltiplo de siete. Y luego, con esta reflexión paré y me dije: “si quieres sacarle punta a todo, todo tiene explicación”.
Jaume: Hay escritores que con tres o cuatro novelas ya han agotado todo su imaginario y luego se dedican a escribir una y otra vez las mismas novelas, en cambio me da la sensación que tú tienes un mundo interior bastante amplio, que todavía tienes historias latentes en tu cerebro.
Esteban: La verdad es que no lo sé. Yo pienso que cada uno tiene su propio método. Yo, por ejemplo, no utilizo apuntes. Cuando acabe la entrevista, me volveré andando a casa e iré anotando mentalmente cosas. Yo abro el editor de textos, hoja en blanco y tiro millas. Lo que hago es crear un entorno, los personajes y que ellos desarrollen. Saramago decía que para empezar una novela siempre se hacía una pregunta: ¿Qué pasaría si nos quedáramos ciegos? Y escribió el Ensayo sobre la ceguera; ¿Qué pasaría si se desprendiera la Península Ibérica y navegara por el Mediterráneo? La balsa de piedra; ¿Qué pasaría si no muriéramos? Las intermitencias de la Muerte… Pues yo siempre me hago una pregunta: ¿Qué pasaría si coincidieran dos policías de diferentes edades en una comisaría? Luego, en La noche de los peones, surge otra historia porque todo empieza porque una persona a la que nadie conoce, muere en el Hospital San Jorge, pero que un policía que va descubre que es un amigo de la infancia. Hay una cosa que siempre me ha llamado la atención y es si la predisposición existe. ¿Yo soy policía porque nací policía? ¿Y tu naciste siendo periodista? ¿Si al nacer nos hubieran puesto una raqueta en la mano seríamos tan buenos como Nadal? O, por el contrario, ¿por mucho que nos enseñaran a correr nunca seríamos como Fernando Alonso? En esta novela la pregunta que me hago es esta, ¿por qué una persona con unas determinadas ideas es policía? O, peor aún, ¿Por qué una persona está en un sitio y, de repente, se pregunta realmente qué hace allí, si no debería estar, si no está haciendo nada que le interese? Yo creo que tengo tanta imaginación porque tengo muchas preguntas y tengo que responderlas y las respondo a través de la literatura.
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