Texto e Imagen: Jaume Garcia Castro
Binéfar, 19 de diciembre de 2014.- Pocos escritores hay en Aragón tan prolíficos como José Antonio Adell. Libros de ensayo, novela, investigación histórica, en solitario o escritos al alimón con su inseparable compañero Celedonio García, Adell tiene, por lo menos, una cita anual con la edición literaria. En este 2014 han sido dos. La primera fue el libro Bandoleros, la última entrega del dúo Adell – García, un pormenorizado estudio del bandolerismo en España, con historias de bandoleros de carne y hueso que actuaron por todo el territorio español. La segunda es La huella aragonesa del Santo Grial, la cuarta novela escrita por Adell, si no andamos equivocados.
Precisamente, en estos días, el autor anda firmando ejemplares de ambos libros por las diferentes librerías binefarenses. Es una fórmula elegante de evitar roces entre libreros a la hora de decidir dónde atender a sus seguidores y, al mismo tiempo, de poder ofrecer cuatro posibilidades diferentes a aquellas personas que quieran una copia dedicada de la novela. Todos contentos. Nosotros asistimos a la primera de estas citas, que se celebró el viernes 19 en la Librería Papelería Katia. El sábado le tocó el turno a la Librería Puyol por la mañana y por la tarde a L’Aigüera. La última cita con sus lectores/as es esta tarde, de 18 a 20:00h. en la Librería Mayte. Le preguntamos al escritor, entre firma y firma, algunos detalles sobre esta novela histórica, cuyo contenido es tan original como sorprendente.
El Santo Grial es, quizás, el objeto más perseguido por la Cristiandad durante los últimos dos mil años. José Antonio Adell nos coloca rápidamente en situación: “En principio, tanto para creyentes como para no creyentes, estamos hablando del cáliz que utiliza Jesús en la Última Cena para celebrar la Eucaristía. El problema es: ¿se conserva esta reliquia? En el mundo hay unos doscientos Griales, pero de estos doscientos sólo hay dos que tengan una cierta autenticidad. No se puede aplicar el método de datación del Carbono 14 porque no están hechos de materia orgánica, pero sí que se les puede aplicar una datación arqueológica. Uno de estos Griales es el de la Catedral de Valencia, que es una copa de calcedonia y el otro, el de San Isidoro de León, es una copa de ónice. Luego ambos lucen unos añadidos posteriores donde aparecen joyas o diamantes, es decir, la copa que se utilizó en la Última Cena es solamente la parte de arriba. El de San Isidoro de León aparece en el mes de marzo de 2014, unos historiadores con mucho prestigio dicen que han encontrado unos pergaminos en Egipto que dan autenticidad al que se conoce como El Grial de Doña Urraca. Esos pergaminos, dicen que desde Egipto se entrega al Emir de Denia en el Siglo XI y de allí se le entregará al Rey de León, Fernando I. Ahí me surge a mí una duda: ¿Cómo puede ser que hasta el año mil ese cáliz haya estado en poder de los musulmanes? Bueno, no olvidemos que Mahoma aparece en el Siglo VII, pero ¿cómo es que ese objeto esté en poder de los Musulmanes? El de Valencia es más fidedigno, además la Iglesia ha declarado el año 2015 Año Jubilar, lo que ya le otorga una cierta autoridad, porque para que le otorguen ese honor ha de tener una cierta autenticidad. Además, dos papas que estuvieron en Valencia, como son Benito XVI y Juan Pablo II, celebraron la eucaristía utilizando este cáliz, por lo que la Iglesia nos está admitiendo que, si existe algún cáliz con posibilidad de ser el Santo Grial es éste. Bueno, pues justo este cáliz de Valencia estuvo 1.100 años en la provincia de Huesca.” Evidentemente, es una historia lo suficientemente atractiva como para dejarla pasar de largo y no hacer una novela de ello.
Adell estuvo un buen rato explicándonos los diferentes avatares que siguió el cáliz en esos once siglos que estuvo en lo que hoy son territorios oscenses. Según la leyenda, José de Arimatea recogió en ese cáliz la sangre de Jesús y se convirtió en custodio del objeto. Parece ser que José de Arimatea se lo lleva consigo a Bretaña y de ahí surgen todas las leyendas artúricas, la historia del Rey Arturo y los Caballeros de la Tabla Redonda. Según Adell “otra vía posible es que San Pedro, la cabeza visible y fundador de la Iglesia Católica, marcha con San Marcos Evangelista desde Jerusalén a Roma. Marcos sabe latín y, siguiendo su propio evangelio, pudiera ser que el cenáculo donde se celebró la Última Cena fuera propiedad de un familiar suyo, por eso marcha con San Pedro a Roma y se llevan consigo el Santo Cáliz. Allí permanece hasta el año 258, allí es cuando un oscense, San Lorenzo, al morir martirizado el papa San Sixto, se hace cargo del cáliz. Cuatro días más tarde, el 10 de agosto, también sería martirizado San Lorenzo, pero éste, siguiendo órdenes de San Sixto, debía entregar los tesoros de la Iglesia a los más humildes, a los más pobres. Sin embargo, él envía el Santo Cáliz a Huesca, para proteger a sus familiares de Osca. Hay un cuadro, que desapareció durante la Segunda Guerra Mundial, pero que tenemos constancia de él, en el que se veía a San Lorenzo entregando el Santo Cáliz. Desde el puerto de Ostia [el puerto de la Roma Imperial] hasta el puerto de Tárraco lo debería llevar algún soldado cristiano y de ahí llega a Osca y se entregaría a sus padres, Orencio y Paciencia. Allí permanecería hasta 720, momento en el que Osca cae en manos musulmanas y pasa a llamarse Huesca. El Grial escapa con el obispo hacia las montañas y tiene un recorrido que hemos podido establecer a través de leyendas y documentos. Uno de los emplazamientos donde va a recalar son las Cuevas de Yebra de Basa. Curiosamente, el patrón de Yebra es San Lorenzo y se dice que conjuntamente con el Grial, se trae a Huesca un pie chamuscado del santo [San Lorenzo fue martirizado en la parrilla] y en Yebra se puede encontrar una reliquia de San Lorenzo, concretamente un dedo de ese pie, que se conserva en la iglesia parroquial. Luego, en el Siglo IX pasa a San Pedro de Silesa. Allí hay la tradición que en el templo había una estrella sobre la entrada con varias puntas y que esas puntas señalaban hacia el punto donde se había escondido el Grial y no, como era tradición, apuntaban hacia el altar. En el Siglo X se desplaza a San Adrián de Sasabe y ya en el Siglo XI, en 1014, lo encontramos en el pueblo de Bailo. Bailo es también estancia del rey Sancho III El Mayor, rey de Navarra pero que, por matrimonio, reinará también sobre Castilla, sobre el condado de Aragón, del Sobrarbe y de Ribagorza. Cuando muere este rey le sustituye el primer rey aragonés, Ramiro I, quien trasladará la capital del reino a Jaca, se amplía la ciudad y se decide construir una catedral que se acabará a finales del Siglo XI. El Santo Grial irá desde Bailo hasta una iglesia de San Pedro en Jaca y luego de ahí a la catedral. Allí va a estar muy poco tiempo, una religiosa, Santa Orosia, patrona de la diócesis y de la ciudad. Allí es cuando el Grial pasa a conservarse en el monasterio de San Juan de la Peña. Allí permanecerá hasta 1399, casi trescientos años, y eso lo tenemos documentado. Hay un documento en el Archivo de la Corona de Aragón donde se dice que se acaba de entregar al rey ese cáliz. Se lleva a Zaragoza, al Palacio de la Alfajería, donde estará poco tiempo. De ahí a Barcelona, donde también estará muy poco tiempo y en 1412 Alfonso V El Benigno lo tiene en Valencia, en su palacio. Se endeuda con el obispo de Valencia y no puede pagarle la deuda. Para compensar al obispo decide entregarle el Santo Cáliz. Allí se conservará en la Catedral hasta la actualidad con dos excepciones: la Guerra de Independencia, donde para salvaguardarlo de los franceses se lleva a Alicante, a Ibiza y a Mallorca, y en la Guerra Civil, cuando se ocultó en una casa particular en el pueblo de Carlet”. Una historia llena de vicisitudes, como se puede ver.
Adell ha consultado múltiples documentos y libros, investigaciones sobre el Santo Grial y su leyenda, que han constituido una especie de puzle que el autor ha ido recomponiendo a medida que iba avanzando en sus investigaciones. Más allá de la leyenda y las supersticiones sobre los poderes mágicos del cáliz y ser la fuente de la eterna juventud, el Santo Grial tiene la enorme importancia de ser el origen de la liturgia cristiana y de la eucaristía, de ahí la importancia histórica del objeto de tratarse de la auténtica copa con la que Jesús ofreció el vino en símbolo de su sangre a los discípulos. Estudios arqueológicos han demostrado que la copa se realizó en un taller artesano de la zona de Palestina sobre el cambio de era, lo que coincide con la cronología histórica, lo que añade verosimilitud a que el cáliz de Valencia sea el Santo Grial.
José Antonio Adell ha creado una trama argumental en la que se explica la historia del Grial y en la que dos religiosos, uno joven y otro más maduro, Fray Américo y Fray Ponce, monjes del Monasterio de San Juan de la Peña, reciben el encargo de documentar la historia de la copa. Tienen un tiempo determinado para conseguirlo, pero descubren que alguien tiene interés en leer los resultados de su investigación. Esta trama argumental es la excusa para moverse por la historia del Grial y sus once siglos de permanencia en Huesca. Le preguntamos por qué decidió escribir esta historia de forma novelada en lugar de escribirlo como un libro de investigación histórica y “la razón es didáctica, porque la novela llega mucho más al gran público. La leen gente de todas las edades y les llega mucho más, la trama les engancha mucho más. Además, de historia ya hay otros libros que explican teorías sobre el Santo Grial, en cambio en novela no hay ninguna que explique la historia oscense del Cáliz de Valencia”.
Ya lo saben nuestros lectores. La historia del Grial de Valencia, el que tiene más posibilidades de ser el auténtico Santo Grial, novelada por José Antonio Adell. Una historia que vale la pena ser leída, tanto por el interés que despierta la historia en sí, como por la habilidad con la que Adell traslada al papel las tribulaciones de sus personajes ficticios. Un buen libro para regalar o regalarse.