Dos bombas en la línea de llegada de la Maratón de Boston han causado el terror entre los que allí se encontraban. Tres personas muertas, una de ellas una niña de tan solo 8 años, y más de 100 heridos son el balance provisional de víctimas a las 02:00h. hora española. Se da la circunstancia que hoy se celebra en los estados de Maine y Massachusetts el Día del Patriota.

Los corredores participantes en la Maratón llegan poco a poco a la línea de meta, donde sus familiares y amigos les esperan cuando, apenas a unos cincuenta metros de la llegada, se produce una explosión. Son las 14:50h., hora de Boston. Los primeros segundos son de estupor. Algunos atletas caen al suelo golpeados por la onda expansiva, otros se llevan las manos a los oídos, todos ellos miran a su alrededor. A un lado de la meta, entre el público, ha explotado un artefacto y el humo impide ver la zona afectada. La policía y los bomberos presentes en la zona no saben cómo reaccionar. Ni siquiera se percatan de que a unos 100 metros se produce una segunda explosión. Rápidamente, después de haber estado vagando aturdidos por la zona durante unos segundos, las personas de la organización, las fuerzas de seguridad, incluso los periodistas allí presentes, empiezan a apartar vallas de protección y adornos retorcidos por la explosión y acuden en ayuda de los heridos. El sonido es ensordecedor, una mezcla entre gritos, lamentos, alarmas de los edificios afectados, sirenas de policía y las expresiones de incredulidad de los allí presentes. Una vez más las cámaras de televisión son testigos privilegiados de los hechos, retransmitiendo el terror en directo, una macabra constatación de que lo que se explica es terriblemente cierto.

Las informaciones se suceden rápidamente, no todas ellas lo suficientemente confirmadas. Al cabo de poco más de una hora, a las 16:00h. hora de Boston, se informa de una tercera explosión en la Biblioteca John Fitgerald Kennedy. La policía de Boston confirma ese extremo via Twitter, la herramienta informativa que ha posibilitado que este hecho sea conocido en todo el mundo casi al instante de suceder. Horas más tarde parece que esa tercera explosión no es una tercera bomba, sino un aviso a los bomberos sobre un fuego en la zona de la biblioteca, aunque algunos testigos afirman que han oído una detonación controlada por la policía. Existen en estos momentos (las 02:15h. hora española) informaciones contradictorias sobre un cuarto artefacto no detonado detectado por los cuerpos de seguridad.

El presidente de los EE.UU. Barack Obama reacciona con celeridad, ordena que se ponga en marcha el protocolo de ataque terrorista diseñado tras el 11-S, el aeropuerto de Boston se corta al tráfico aéreo, nadie puede aterrizar ni despegar desde sus pistas. Otras ciudades como Nueva York, Washington D.F., Los Ángeles, San Francisco o Chicago activan sus protocolos de emergencia, sobretodo la citada Nueva York, ciudad que ha de albergar en fechas muy próximas su propia maratón, una de las más famosas del mundo entero. Obama rápidamente da la cara en televisión y confirma que “el o los responsables serán buscados y que sobre ellos caerá todo el peso de la justicia”, en un mensaje que no cita en ningún momento las palabras terrorismo o terrorista. Los especialistas en la Casa Blanca creen que esa omisión es intencionada, porque a nadie se le escapa que la oposición utilizará ese mensaje como arma arrojadiza si es necesario. A las 02:20 de la madrugada hora española Obama lanza un mensaje vía Twitter: “En días como este, no hay republicanos ni demócratas, somos estadounidenses unidos en la preocupación por nuestros compatriotas”, (@BarackObama).

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